Pablo Milanés y sus canciones: ¿cómo nació «Yolanda»?

La Voz REDACCIÓN

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El cantautor cubano Pablo Milanés con su instrumento, la guitarra.
El cantautor cubano Pablo Milanés con su instrumento, la guitarra. RICARDO RUBIO / EUROPA PRESS | EUROPAPRESS

De Chan Chan a Yo no te pido, de Yolanda a Yo pisaré las calles nuevamente, este es un repaso a algunos de los grandes temas del genio cubano, incrustados ya en la memoria sonora de millones de personas

22 nov 2022 . Actualizado a las 18:54 h.

A veces no hay mayor homenaje que una lista. Porque probablemente, en alguno de los recuerdos que conforman el recorrido vital de muchas personas Pablo Milanés sea la banda sonora. El autor cubano, que ha muerto a los 79 años, ha dejado un amplísimo legado musical en el que se entremezclan política, intimismo, poesía, trova, tradición, modernidad y sobre todo genio. Mucho genio. Deja temas conocidos por millones de personas. Letras cantadas mil veces. Estas son algunas de sus grandes canciones

Yolanda

Sin duda, la canción emblemática del cantautor latinoamericano. ¿Y cómo nació este célebre tema? Fue compuesto en 1970. La inspiración fue su segunda esposa, Yolanda Benet. Cuentan que Pablo Milanés la escribió esos versos unos diez días después de que naciera Lynn, la primera de las tres hijas en común de la pareja. También dicen que su mujer se quedó paralizada la primera vez que se la cantó. Benet siempre ha preferido no atribuirse ningún mérito en la creación, señalando que, Milanés simplemente se enamoró de ella como pudo haberse enamorado de otra, que fue una cuestión de azar. Pero sí que confiesa que era fan de la música del compositor antes de conocerlo personalmente. La relación comenzó en 1969 y duró seis años. 

Yolanda es una de las piezas que el público de sus conciertos cantaba de principio a fin, de esas canciones en las que el artista puede darse el lujo de quedarse callado. 

Esto no puede ser no más que una canción / Quisiera fuera una declaración de amor / Romántica sin reparar en formas tales / Que ponga un freno a lo que siento ahora a raudales / Te amo / Te amo / Eternamente, te amo) / Si me faltaras no voy a morirme / Si he de morir quiero que sea contigo / Mi soledad se siente acompañada / Por eso a veces sé que necesito / Tu mano / Tu mano / Eternamente, tu mano / Cuando te vi sabía que era cierto / Este temor de hallarme descubierto / Tú me desnudas con siete razones / Me abres el pecho siempre que me colmas / De amores / De amores / Eternamente de amores / Si alguna vez me siento derrotado / Renuncio a ver el sol cada mañana / Rezando el credo que me has enseñado / Miro a tu cara y digo en la ventana / Yolanda / Yolanda / Eternamente, Yolanda / Yolanda / Eternamente, Yolanda / Eternamente, Yolanda

Chan Chan

Chan chan es un sueño. Porque Compay Segundo soñó la melodía, esas «cuatro noticas sensibles» a las que les puso letra inspirándose «en un cuento infantil de cuando yo era niño, Juanica y Chan Chan y ya ves, ahora se canta en todo el mundo». Es también un himno, la apertura de un disco grabado en apenas seis días y que se convertiría en un fenómeno internacional: Buena Vista Social Club.

A principios de la década de lo 90, Pablo Milanés grabó una versión con Compay Segundo de Chan Chan para Años, el gran proyecto que se convirtió en una auténtica antología de la trova y que acabaría por tener tres volúmenes.

De Alto Cedro voy para Marcané/ Llego a Cueto, voy para Mayarí/ El cariño que te tengo / No te lo puedo negar / Se me sale la babita / Yo no lo puedo evitar / Cuando Juanica y Chan Chan / En el mar cernían arena / Como sacudía el jibe / A Chan Chan le daba pena / Limpia el camino de pajas / Que yo me quiero sentar / En aquel tronco que veo / Y así no puedo llegar / De alto Cedro voy para Marcané / Llego a Cueto, voy para Mayarí

Yo pisaré las calles nuevamente

El alma revolucionaria del cantautor cubano late con fuerza en esta canción, compuesta «veinte minutos después» de conocer el asesinato del dirigente comunista chileno Miguel Enríquez a manos de las fuerzas de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet, el 5 de octubre de 1974. Milanés prometía en la letra que no volvería a pisar las calles de «Santiago ensangrentada» hasta que el régimen ya no estuviera en el país. Inspirado en la resistencia del pueblo hermano para desalojar al dictador y utilizando su voz como vehículo de protesta, en el mismo disco, La vida no vale nada (1976), Milanés firmó temas como A Salvador Allende, en su combate por la vida

Yo pisaré las calles nuevamente / De lo que fue Santiago ensangrentada / Y en una hermosa plaza liberada / Me detendré a llorar por los ausentes (...) Retornarán los libros las canciones / Que quemaron las manos asesinas / Renacerá mi pueblo de su ruina / Y pagarán su culpa los traidores.

El breve espacio en el que no estás

De su álbum De Comienzo y final de una verde mañana (1984), es otra de las canciones de amor que componen la discografía de Milanés. Introducida por un violín, la letra habla sobre una relación a la que no pide reciprocidad ni compromiso y que, como el resto de vínculos humanos, no es perfecta al cien por cien. También es una de las que suma un mayor número de escuchas en las plataformas digitales. 

Todavía no pregunte «¿te quedarás?» / Temo mucho a la respuesta de un «jamás» / La prefiero compartida / Antes que vaciar mi vida / No es perfecta, mas se acerca / A lo que yo simplemente soñé / Suele ser violenta y tierna / No habla de uniones eternas / Mas se entrega cual si hubiera / Solo un día para amar / No comparte una reunión / Mas le gusta la canción / Que comprometa su pensar.

Para vivir

Forma parte de La vida no vale nada (1967), el mismo álbum que acoge Yo pisaré las calles nuevamente. Es una de sus primeras canciones —la escribió con veinticuatro años—, y en ella describe la dinámica de una relación con el paso del tiempo. En contraposición a la plenitud total de Yolanda, para Milanés no basta con que una persona entienda a la otra si falta ese factor que hace que los sentimientos evolucionen.

Muchas veces te dije / Que, antes de hacerlo, había que pensarlo muy bien / Que a esta unión de nosotros / Le hacía falta carne y deseo también / Que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí / Que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti.

La felicidad

La felicidad es otro de los grandes temas intimistas de Pablo Milanés, un canto a la melancolía y al desamor que bien podría funcionar como un juego de espejos con Ojalá, de Silvio Rodríguez.

Te he visto pasando del brazo de un hombre, / que con su mirada te envuelve en amor, / te he visto sonriendo mostrando tus ojos, / sin sombras, sin dudas, sin guardar rencor, / al tiempo en que al solo pronunciar mi nombre / con cierta ternura te ahogaba en dolor. / Me vi caminando guardando distancias, / que solo mostraba la complicidad / de besos furtivos, de manos con ansias, / de darte un abrazo y gritar mi verdad, / de grandes olvidos, de encuentros, / de instantes, de amores / y un poco tu infelicidad. / Qué dulces mentiras, qué grandes verdades, / qué nos inventamos para perdurar, / qué filosofía, qué honor, qué ironía, / que nadie se hiera, que todo se cuide, / si solo mi cuerpo se va a desgarrar. / Te he visto pasando del brazo de un hombre, / que de cierto modo podría ser yo, / te he visto sonriendo mostrando tus ojos, / mientras te despeina y te envuelve en amor, / al tiempo en que solo pronunciar tu nombre / con cierta ternura me ahoga en dolor.

De qué callada manera

Es uno de los grandes ejemplos del estrecho vínculo que históricamente han mantenido música y poesía. En 1975, Pablo Milanés musicó once poemas de Nicolás Guillén, considerado poeta nacional cubano y que como afrodescendiente enmarcó su producción dentro de los procesos de mestizaje y transculturación.

Aunque el título original del poema es Canción, se ha popularizado por su primer verso, De qué callada manera

De qué callada manera se me adentra usted sonriendo / Como si fuera la primavera, yo muriendo / Y de qué modo sutil me derramo en la camisa / Todas las flores de abril / ¿Y quién le dijo que yo era? / ¿Risa siempre y nunca llanto? / Como si fuera la primavera / No soy tanto / En cambio, qué espiritual / que usted me brinde una rosa / De su rosal principal / De qué callada manera se me adentra usted sonriendo / Como si fuera la primavera, yo muriendo / Yo muriendo

Yo no te pido

Otra de poemas, aunque esta es un juego al escondite con Mario Benedetti, al que se le han atribuido los versos que canta Pablo Milanés en un tema que viene a desnudar el hecho de que querer nunca necesita ni de accesorios ni de adornos materiales.

Yo no te pido que me bajes / una estrella azul / solo te pido que mi espacio / llenes con tu luz. / Yo no te pido que me firmes / diez papeles grises para amar / solo te pido que tu quieras / las palomas que suelo mirar. / De lo pasado no lo voy a negar, / el futuro algún día llegará / y del presente / que me importa la gente / si es que siempre van a hablar. / Sigue llenando este minuto / de razones para respirar / no me complazcas, no te niegues / no hables por hablar. / Yo no te pido que me bajes / una estrella azul / solo te pido que mi espacio / llenes con tu luz.