Los fantasmas

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

SOCIEDAD

Alicia Civita

21 nov 2022 . Actualizado a las 19:19 h.

Acuatro días (casi literalmente) del 25N, vuelven los fantasmas. Vuelven los que cada una de nosotras hemos ido acumulando en ese trocito del armario que intentamos no ordenar nunca y en el que lanzamos para encerrar sin contemplación historias de terror de mayor o menor intensidad, pero escalofriantes en todos los casos. Historias de portales y de autobuses. De entrevistas de trabajo y de viajes. Historias de humillación y acoso. Historias de sexismo y menosprecio. Historias, que a veces, tenemos que contar por otras, porque ellas ya no están (Ana, Diana, Laura, Adoración, Sesé, Deborah....).

A cuatro días, literalmente, del 25N, el sentimiento que lo emborrona todo es la rabia. La indignación. La de ver a un famoso por filiación genética ejercer una de esas violencias sibilinas, sordas. Y sobre todo, catalizadoras. Se presenta en un phococall creyendo que es muy gracioso llevar a su pareja tapada con una sábana para descubrirla entre aspavientos y carcajadas. Un ejercicio mil veces fotografiado, un millón de veces reproducido, de la cosificación más extrema. Eso tiene un nombre, una etiqueta absolutamente aterradora. La que facilita deshumanizar a las mujeres, convertirlas en trofeos, en cualquier cosa. La que construye un relato que despeja el camino para otras violencias. A lo mejor este 25N habría que alzar la voz contra la normalización, Julio José mediante, de la violencia simbólica.