¿Por qué volvemos a la Luna?

Borja Tosar ASTROFÍSICO Y DIVULGADOR

SOCIEDAD

NASA

30 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 50 años Eugene Cernan subió la escalerilla del módulo lunar para convertirse en el último hombre en pisar la Luna. Tras la aventura más grande de la humanidad, ¿Por qué no nos quedamos? ¿Por qué no volvimos?

La exploración de la Antártida es un buen precedente. A principios del siglo XX muchos eran los exploradores que competían por ser los primeros en marcar un hito en la Antártida; después de tachar casi toda la lista, tardamos 50 años en volver ¿Por qué? Volvimos con aviones, calefacción, radio, pronósticos meteorológicos y ropa térmica. Hoy ya no es un viaje peligroso ni penoso, volvimos cuando era el momento de poder establecerse.

Con la Luna estamos en ese momento. Después de dejar mal a los soviéticos, el programa espacial mostró su peor cara: las facturas. No solo las facturas de los Apolo, que ya eran difíciles de pagar; el presupuesto para hacer una base era inasumible. También los riesgos. Las misiones Apolo fueron un éxito pero con un margen de seguridad muy estrecho y mucha suerte. El eco de la explosión del Apolo XIII recordaba lo peligrosa que era la aventura. Por las facturas y por los riesgos no volvimos.

Un móvil es más potente que el ordenador de las naves Apolo. Contamos con 23 años de experiencia en la Estación Espacial Internacional y hoy con un 10 % del presupuesto de la NASA de la carrera espacial se puede poner el cohete más potente jamás creado en la plataforma 39B, las facturas ya no son las que eran y la tecnología está años luz.

Es el momento de la Luna, no solo para Estados Unidos. China también tiene un programa para poner un taikonauta en la Luna en el 2027. Y las dos potencias buscan un claro para alunizar en el polo sur, donde se juntan dos de los más importantes recursos lunares.

El primero es el hielo, acumulado en el fondo de cráteres que permite el suministro de agua y oxígeno para abastecer una base permanente. El otro recurso es la luz solar, las cordilleras al borde de estos mismos cráteres tienen hasta 320 días de luz continua, indispensable para generar a través de placas solares la energía necesaria para el hábitat. En otros sitios con menos luz y sin agua establecer una base sería mucho más complicado.

El problema es que estos sitios son muy escasos, unas pocas hectáreas y quizás como en el salvaje oeste el que llegue primero se quedará la pradera más verde. Es el momento y también hay algo de prisa por ser el primero en volver.

En unos pocos años veremos caminar de nuevo astronautas en la superficie lunar, la primera estación espacial alrededor de la Luna y, quizás, el primer hábitat permanente fuera de nuestro planeta. Pero para mí lo más emocionante es pensar que estamos ante un paso previo, con lo que aprendamos en la Luna iremos a Marte. ¿Y de Marte a dónde?