Isabel II cierra el Jubileo con una breve aparición sorpresa en el balcón del palacio

Íñigo Gurruchaga LONDRES / COLPISA

SOCIEDAD

Jubileo de platino. La duquesa de Cornwall, el príncipe Carlos, Isabel II, el príncipe George, el príncipe Guillermo, la princesa Charlotte, el príncipe Louis y la duquesa de Cambridge, este domingo en el balcón del palacio de Buckingham en la clausura de los festejos por los 70 años de Isabel II en el trono británico.
Jubileo de platino. La duquesa de Cornwall, el príncipe Carlos, Isabel II, el príncipe George, el príncipe Guillermo, la princesa Charlotte, el príncipe Louis y la duquesa de Cambridge, este domingo en el balcón del palacio de Buckingham en la clausura de los festejos por los 70 años de Isabel II en el trono británico. Frank Augstein | Reuters

El saludo de la reina, ausente el viernes y el sábado por «molestias», corona unos fastos que restablecen el optimismo y el orgullo británico

05 jun 2022 . Actualizado a las 22:51 h.

Decenas de miles de almuerzos compartidos por vecinos en calles engalanadas y un desfile carnavalesco en torno al palacio de Buckingham pusieron fin este domingo a la celebración central del Jubileo de Platino de Isabel II. La propia reina, tras ausentarse de los eventos del viernes y el sábado por sufrir algunas «molestias», quiso despedirse de los actos en su honor haciendo por sorpresa una breve aparición en el balcón de su residencia, acompañada por el príncipe Carlos y su esposa, Camila, como broche a los cuatro días de fastos.

Tras dos jornadas dedicadas a la conexión de la monarquía con las Fuerzas Armadas y con la Iglesia, la segunda parte de los actos expuso el talento británico en las artes. Y también mostró el gusto generalizado por el humor. La misma reina participó en unos minutos de comedia como aperitivo de la gala en la noche del sábado. Le visitaba en Windsor el oso Paddington, personaje de la literatura infantil que, tras beberse a morro todo el té, ofrecía a la monarca una tostada que lleva en su sombrero. Pero la reina ya llevaba la suya, con mermelada, en el bolso.

Los gustos musicales son variados y la opinión de la crítica sobre la música popular del party organizado en torno a Buckingham también. Pero la puesta en escena, apoyada por la proyección de imágenes en la fachada del palacio o en el cielo nocturno, contribuyó a un ambiente de alegría y asombro entre el público que abarrotó la avenida The Mall.

A menor escala, los vecinos organizaron el domingo, al igual que el sábado, banquetes colectivos cerrando sus calles al tráfico con permiso de los ayuntamientos y acompañando comida y bebida con alguna banda musical. Miembros de la familia real se desplazaron a diferentes puntos del país para participar en esta confraternización de comunidades locales.

«Orgullo, alegría y felicidad». Esas serían las características de la celebración del Jubileo, según las palabras que el príncipe de Gales dirigió al público en la fiesta del sábado. Reflejan los sentimientos de quienes se unieron a las celebraciones en el centro de Londres y también los de quienes participaron en sus localidades o las vieron en sus pantallas.

En el inicio de la celebración, se subrayó la constancia de Isabel II evocando el discurso radiado que pronunció en Ciudad del Cabo al cumplir 21 años. Lo había escrito a petición del secretario del rey un periodista de The Times que cubría la visita de la familia real, y la lectura del borrador hizo llorar a la futura reina. «Declaro ante todos vosotros -leyó- que dedicaré toda mi vida, sea larga o breve, a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial, a la que todos pertenecemos».

Su vida está siendo larga y la promesa, cumplida. La ancianidad de la reina y su talla como personaje histórico generan buenos sentimientos hacia ella. Dignatarios de todo el mundo -aún está pendiente la de Putin- han enviado felicitaciones. No hay indicación alguna de que Isabel II vaya a quebrar su promesa y abdicar. Si Carlos y Camilla tuviesen la ambición de Macbeth y de su esposa ya han tenido tiempo para cometer un regicidio.

El Jubileo ha mostrado de nuevo que la combinación de una reina nonagenaria con limitaciones en su movilidad y un príncipe de Gales relevando a su madre en sus funciones oficiales cuando es necesario cumple los roles de la monarquía. Solo una incapacidad mental podría justificar el desencadenamiento del proceso de regencia, cuando ya existe parcialmente de manera informal.

Romper lazos

El Jubileo ha sido una inyección de optimismo para la población y la monarquía, aunque la adulación en estos días no es el retrato completo. El nuevo Gobierno australiano tiene un ministro para la república y diversos países de la Commonwealth quieren romper sus lazos coloniales. Carlos y Guillermo tendrán que promover los beneficios de esa asociación de países, en un tiempo de revisión crítica del rol de los imperios.

Aunque los líderes del independentismo escocés -Nicola Sturgeon y su predecesor, Alex Salmond- han propuesto que una Escocia independiente mantenga su afiliación a la monarquía, sus seguidores son partidarios de la república. Los actos del Jubileo han tenido poco impacto en el norte de la isla británica. Y las multitudes en torno a Buckingham no superan a los que en toda la geografía del país han sido pasivos o han aprovechado el Jubileo para irse de vacaciones.

Pero ha sido frecuente en estos días escuchar a británicos que están orgullosos de serlo. Por la belleza de los desfiles o de la ceremonia religiosa, por la fiesta, por estar juntos en la calle. Por tener una reina de 96 años que ha reinado durante más de 70.

Este mismo lunes la política británica regresa a la turbación, con la creciente especulación de que el primer ministro, Boris Johnson, será desbancado.