La ¿fortuna?

SOCIEDAD

J.J. Guillén

04 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un momento, en una de esas conversaciones que se tienen en esos AVE -todavía fantasmas en Galicia-, en la que ella le dice a él algo así como que ya sabe el partido al que vota. Así, desparramando tres o cuatro clichés por la mesa con la misma cadencia que las migas del sándwich que se está comiendo. Y él le replica que por supuesto, tiene claro cuál es la papeleta que ella mete en la urna acumulando clichés en el bolsillo del blazer. Solo le falta pasarse la mano por el pelo. Esa es quizá la escena que resume dos capítulos enteros de una serie que busca fortuna y que bien podría titularse pinceladas de trazo grueso: el niño pijo diplomático que invita a ver viejos capítulos de Cousteau a la chica que no se peina porque ella es idealista y malhumorada.

El de la Legión es un lunático que no se abrocha la camisa, grita Gibraltar español, desayuna conspiraciones y guarda documentos en el congelador. En este barco que parece de momento a la deriva viajan un puñado de chupatintas y un ministro de Cultura que parece sacado de un tebeo. Y también el chascarrillo de que en España el inglés sigue siendo un idioma no ya extranjero, sino totalmente ajeno. Hay un abogado americano que por encima de todo es honesto. Y un cazatesoros que bueno, se va salvando de saltar por la borda. Al menos de momento. Hay por ahora mucha decepción en la singladura de La fortuna. A ver cómo llega a puerto.