El remedio, peor que la enfermedad

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Experimentos de geoingeniería orientados a enfriar el planeta han demostrado que esta solución puede ser un arma de doble filo

08 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La humanidad parece estar perdiendo la batalla de la mitigación del cambio climático. La temperatura media global sigue aumentando sin que la política consigue aplicar medidas eficaces. Llegados a este punto, muchos científicos opinan que hay que pensar en el siguiente paso, la adaptación. Para este escenario una de las soluciones que se plantea es la geoingeniería, una tecnología que ayudaría a enfriar el planeta. El presidente de Estados Unidos Donald Trump ya manifestó en varias ocasiones que para frenar el calentamiento global se pueden enviar globos cargados con sustancias químicas a la atmósfera que reducirían la cantidad de radiación solar que llega a la superficie. Es decir, recrear los efectos de las erupciones volcánicas.

Claro que depositar sustancias en las capas altas de la atmósfera puede ser un arma de doble filo. Un estudio científico publicado el año pasado ya desveló en base a diferentes simulaciones las consecuencias que podría generar. En uno de los experimentos, los investigadores inyectaron en la atmósfera cinco millones de toneladas de dióxido de azufre por año desde el 2020 al 2070. Al principio, tendría efectos positivos ya que permitiría recuperar la temperatura media del planeta previa a la revolución industrial. Sin embargo, una vez que la geoingeniería comenzase a funcionar por sí sola nunca podría haber marcha atrás. Si el proceso de enfriamiento artificial se paralizase, produciría un repentino y brusco aumento de la temperatura. Los efectos serían hasta tres veces más devastadores que los que genera el actual calentamiento global. Las plantas y los animales no podrían soportar las nuevas condiciones y la naturaleza entraría en una fase de colapso.

Un nuevo artículo publicado esta semana en la prestigiosa revista PNAS apunta que la geoingeniería podría crear, además, importantes conflictos de intereses entre los países del mundo y que la tensión internacional solo aumentaría si se optase por esta tecnología. Los investigadores señalan que no todos los países del mundo pueden enfriar sus climas y que surgiría una respuesta hacia aquellos que pretendiesen manipular el clima. Es lo que tiene la atmósfera, que afecta a todo el planeta.