Felipe Balboa: «É como se che pasara unha apisoadora, estou no proceso de aprender»

SOCIEDAD

Santi M. Amil

Este profesor de Ourense, de 49 años, estuvo 42 días en la uci y otros seis días más en planta antes de poder volver a casa

08 jun 2020 . Actualizado a las 13:15 h.

El 3 de marzo fue a Madrid a una reunión del sindicato UGT y no sabe si fue en el tren o en el traslado, «porque ningún outro compañeiro o tivo», donde se contagió, o si pilló el coronavirus en Ourense. Lo que sí sabe Felipe Balboa es que lo que empezó siendo poco más que cansancio, falta de apetito y unas décimas de fiebre se transformó en una neumonía muy complicada que lo llevó a la uci del CHUO. Ingresó el 24 de marzo, después de haber estado dos días hospitalizado en El Carmen, ya que al ser profesor, Muface es su entidad gestora.

Ya en el hospital público, estuvo intubado en dos ocasiones. Porque después de aquella primera neumonía, y todavía en la unidad de cuidados intensivos, pilló otra. Además, su cuerpo no daba expulsado la mucosidad, así que su médica le planteó la posibilidad de hacerle una traqueotomía. «Unha pequena», como él mismo la define, que le sirvió para avanzar en su recuperación. Estuvo 42 días en la uci, y otros seis más en planta antes de poder volver a casa. En ella se recupera, con todo el optimismo del mundo. Habla todavía pausado, porque las secuelas están ahí, pero le quita importancia.

Dice que pensar en su mujer, sus dos hijas y sus padres le ayudaba a tirar para adelante, sobre todo en aquellos días más duros cuando, con la sedación, vivía en una realidad paralela. Llegó a soñar que estaba muerto, y se convenció de que era cierto hasta que una enfermera de la uci le dio argumentos de lo contrario. «Mentalmente é moi duro, porque como te dormen, creas unha realidade alternativa; e tes que ir preguntando á xente para saber se o que ti cres que vives é verdade ou mentira», relata. También tenía momentos de lucidez, de los que recuerda especialmente la implicación del personal sanitario.

La eterna sonrisa

No quiso que sus padres supieran de la gravedad de su situación. Solo sabían que no podían verle porque se había contagiado. Felipe quería ser él quien se lo contara, a la cara. Y así lo hizo. Una vez con el alta, esperó la visita de los progenitores para que le vieran y poder explicárselo todo. «Cando me viron eu xa camiñaba, eran catro pasos, pero xa camiñaba. Quedaron moi impactados, pero ao verme ben asimilárono mellor», señala. Había perdido peso, hablaba y caminaba con cierta dificultad y tenía la cicatriz de la traqueotomía... pero sonreía, porque Felipe sonríe continuamente, incluso a través del teléfono.

El profesor está ahora en la fase de recuperar forma física (y masa muscular) para poder dar paseos largos. No es un tema baladí. «Cando espertei [na uci] non daba feito a pinza cos dedos, non podía pasar as páxinas do xornal, e xa non digo camiñar. Tiven que aprender a camiñar de novo con 49 anos. O coronavirus é como se che pasara unha apisoadora por enriba, estou no proceso de aprender de novo», cuenta.