«La Virgen de Chamorro lo entenderá»

SOCIEDAD

Un agente de la Policía Local vigilando ayer a media mañana que no hubiese nadie en Chamorro
Un agente de la Policía Local vigilando ayer a media mañana que no hubiese nadie en Chamorro JOSE PARDO

Al solitario monte ferrolano solo ascendieron hoy patrullas de la policía

24 mar 2022 . Actualizado a las 16:45 h.

Ni velas ni rosquillas. Ni devotos, ni curiosos, ni excursionistas. Tampoco colas y misas toda la mañana, ni procesión al mediodía al son de las gaitas. Ferrol vivió hoy el más extraño día de Chamorro que se recuerda, bajo un sol que habría animado a subir el empinado kilómetro de cuesta que lleva a la ermita a cientos de romeros, ayer totalmente desierto. El coronavirus hibernó también la romería más tradicional de la ciudad. Pero no consiguió apagar ni la fe ni la tradición, que tuvo que cambiar la privilegiada atalaya del monte de Chamorro por el interior de los domicilios de los feligreses, que no pudieron depositar exvotos ni cirios a los pies de la talla de Nuestra Señora del Nordés.

Para evitar que así fuese, patrullas de la Policía Local y la nacional subieron hasta el lugar, tanto el fin de semana como hoy, para disuadir a quienes tuviesen la tentación de acercarse. «La asistencia a una procesión no es una de las excepciones que permitan que podamos salir de casa», recordaba el jefe del cuerpo local de seguridad, José Antonio Chao.

Tampoco la hubo. Lo anunciaba un cartel colgado a la entrada, que rezaban: «Romería anulada hasta nuevo aviso». «Hace un mes y algo que no abrimos», confirmaba ayer Francisco Javier Matamoros, encargado del mantenimiento y de llevar el día a día del templo. Primero, el agua bendita se retiró de las pilas, rememora. «Y después, ya quedamos en que entraran de uno en uno. Pero la cosa ya fue a más y cerramos», describió la evolución de cómo el COVID-19 afectó al culto en la capilla ferrolana.

Cartel colocado a la entrada del templo, anunciando la cancelación de la popular romería
Cartel colocado a la entrada del templo, anunciando la cancelación de la popular romería JOSE PARDO

Hace un año, su mañana era bien distinta. Entonces, madrugaba para preparar la iglesia para la llegada de fieles, disponer las velas, velones y exvotos para su venta, y organizar el interior frente a las aglomeraciones. «A esta hora -contaba a primera hora de esta mañana- la gente ya iba llegando poco a poco», decía. Pero ayer estas tareas fueron sustituidas por otras rutinarias de limpieza en su piso de Catabois. «Estoy mejor arriba que aquí. Allí estoy en paz», dijo. Pero subir no tocaba hoy. «Mañana iré y rezaré para que pare todo esto», manifestó un catalán devoto, que llegó a la ciudad por amor y que desde hace un trienio se encarga de abrir el templo todo el año. «Me da pena, yo creo que la Virgen estará triste. Pero las cosas vinieron así», lamenta.

También resignado se mostraba José Rey, el párroco. «Hay que aceptar la situación», decía a la hora en la que ya debería estar oficiando algunas de las misas de la mañana. No obstante, asegura, «la Virgen de Chamorro lo comprenderá. Siempre lo hace. Y no es la primera peste que hay en la humanidad ni será la última. Ojalá», apuntó. La anulación de la romería le sirvió para descargarse un poco del estrés que implica. Pero también para echar de menos la normalidad: «La Semana Santa, la romería, tanta gente que peregrina, que se junta allí...», enumeró. El sacerdote, confiesa, aprovechó estos días una de las salidas obligadas para oficiar entierros y otras labores e hizo un alto en Chamorro. «Recé allí a la Virgen por toda la comarca», reveló. Aunque no lo fía todo a la fe: «A ver si los sistemas inmunológicos van también respondiendo y se encuentra una vacuna». Ahora desea que «todo vaya pasando y a ver si poco a poco se puede ir volviendo a la normalidad, con mascarilla o con lo que sea».