Juan Molina orquestó con sus compañeros de la Policía Nacional un aplauso a sus médicos tras un mes en la uci de Cosaga
14 abr 2020 . Actualizado a las 17:57 h.Tras un mes en la uci, Juan Molina se asomó a la ventana y se reencontró con la vida en forma de aplauso. A última hora de la tarde, ante el hospital Cosaga, esperaba una comitiva de la Policía Nacional de Ourense para brindar su reconocimiento después de que Juan ganase una batalla que atestigua la báscula. Para él, escolta de profesión en Madrid, pasar de 110 a 75 kilos fue más que un aviso. «Eu xa teño claro o que boto de menos: pasar o maior tempo posible coa miña nena, de ano e medio, e a muller», dice.
Molina, vecino de Bande de 42 años, sospecha que incubó el virus en la capital del país. Suele trabajar de lunes a jueves y, cuando llega el fin de semana, regresa a casa. Pero a mediados de marzo lo hizo con un enemigo a cuestas. El virus se vino con él porque uno de sus compañeros de trabajo era asintomático. Con las primeras señales de que algo no marchaba bien acudió al PAC de Bande, «e de alí volvín á casa coa indicación de que se me poñía peor chamase o 061». Ocurrió que la enfermedad no solo no le dio tregua, sino que lo puso al borde de su aguante. Comenzó a tener décimas de fiebre y, cuando el termómetro le hizo ver que aquello solo iba a ir en aumento, llamó a una ambulancia que lo llevó al hospital de Cosaga mientras el virus se cebaba en él.
Juan pasó de pesar 110 kilos a 75 en apenas un mes tras haber padecido la enfermedad Al llegar, por la gravedad de su caso, tuvo que estar conectado a la ventilación mecánica durante cuatro días. Pero a Juan le acompañaba otra preocupación: ante las dudas de qué desenlace le esperaba, sufría por no haber tenido ni cinco minutos para despedirse de su familia. Ahora, esos cinco parecen migas en comparación con los que planea dedicarles. «Elas quedaron incomunicadas e eu cheguei a sentirme culpable por abandonar á miña xente», dice.

Durante los últimos días, cuando el virus comenzó a remitir, los enfermeros le empezaron a mostrar las fotografías de cuando estaba sedado. Si hubiese un diario de a bordo de su último mes, probablemente ni él mismo se reconocería. «Ese AVE que din que virá a Galicia pasoume a min por enriba. Eu pensei que morría. Que isto non tiña volta atrás. A miña condición física sempre foi boa, e para facerme dano tiñas que ser un touro, pero o que máis desexo recuperar agora son os días que perdín coa miña familia. O resto xa da igual», cuenta.
«Só penso en estar cos meus»
Juan, que todavía parece estar asimilando el haberse recuperado, calculaba que recibiría hoy el alta para marcharse a su casa. Por ahora se marca pequeñas metas, como recorrer diez metros seguidos, porque aún se siente débil y hasta le pesa notar el móvil en la palma de su mano. «Soamente penso en estar en Bande cos meus e en recuperarme ata que teña a próxima visita co neumólogo», añadía. Uno de sus compañeros de la Policía Nacional, que se acercó a verle al hospital de Cosaga este lunes estando fuera de servicio, cuenta que durante las últimas semanas « recibíamos noticias de su evolución y todos llegamos a verlo muy negro».
Pero al vislumbrar la luz, a Juan se le iluminó la bombilla. Y desde la cama, aún convaleciente, orquestó un plan: convocar a sus compañeros para un aplauso que en realidad no iba destinado a él, sino a los sanitarios que no le dejaron solo en el camino.
