"Ahora, y más que nunca, es necesario mostrar nuestro lado más sensible"

Tania Taboada LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

CEDIDA

El psicologo sanitario, Diego Antelo, lanza una serie de consejos y recomendaciones en este estado de alerta

28 mar 2020 . Actualizado a las 11:40 h.

Diego Antelo (Santiago de Compostela (1987) es un psicólogo sanitario, miembro de la comisión de tráfico y seguridad e interviniente en el grupo de catástrofes y emergencias (GIPCE) del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia. Actualmente está involucrado en un proyecto de abordaje de la «Amaxofobia, conduce sen medo» y en la creación de su propio gabinete multidisciplinar, que se demorará debido a la situación de emergencia sanitaria del coronavirus.

— ¿Cuál es su trabajo en estos momentos de crisis?

—Mi prioridad siguen siendo mis pacientes y los casos que estaban activos antes de que se produjese la declaración del estado de alarma. Trabajo para poder sostener los objetivos planteados al inicio de los seguimientos e intentando amortiguar los posibles efectos que puedan derivarse de la crisis sanitaria. También estoy aprovechando para ponerme en contacto con todas las personas que conozco y aportar mi grano de arena vía redes sociales con algunos consejos generales que pueden resultar de utilidad durante el confinamiento y ponerme a su disposición para lo que necesiten si se encuentran en una situación de delicadeza emocional, especialmente aquellos colectivos sensibles y las personas que estén en soledad todos estos días. 

— ¿Cuáles son las principales consultas de sus pacientes?

—En la actualidad las demandas más frecuentes son derivadas de la ansiedad. En un mundo cada vez más condicionado por el estrés, florecen desadaptaciones propias derivadas de la angustia y la mala gestión con la misma. Los miedos, el insomnio, las dificultades en las relaciones familiares y de pareja son, entre otras, la tónica general en la demanda psicológica.

—¿Qué consejos y recomendaciones lanza en estos momentos?

—En cuanto a la alimentación se debe dedicar tiempo a la cocina. Un catálogo sano es un buen aliado para combatir el tiempo de permanencia en casa durante el estado de alarma. El incremento de verduras, vegetales, carne y pescado y en general alimentos ligeros, así como incrementar el empeño en la elaboración del cocinado, nos permite cargar nuestra energía y mejorar el funcionamiento de nuestro metabolismo. Esto también alimenta nuestra autoestima y la mejora en el tiempo para realizar la digestión.

En cuanto al descanso es bueno organizar nuestros momentos de «time out» o retirada, que pueden ayudar a relajarse. Las horas de sueño no deben de alterarse y debemos mantener una higiene horaria que permita levantarnos y acostarnos a la misma hora. Es necesario trabajar un contexto de calma y paz antes de disponerse a dormir o simplemente descansar. La música, la lectura, o asearse puede ser hábitos que sustituyan el atragantarnos de información negativa.

En lo que atañe al deporte, hay que reservar entre 30 y 45 minutos para preparar un escenario con espacio suficiente para realizar una rutina de ejercicio físico que permita mover el cuerpo e incrementar la frecuencia de tasa cardíaca.

— Habla usted de la vacuna del amor. ¿Puede explicarme eso?

—Me refiero al uso del afecto y el cariño como herramientas reguladoras del estado de ánimo para el afrontamiento de la crisis y el confinamiento en el hogar. Todavía no contamos con un recurso de vacunación contra el coronavirus pero, el uso del recurso del amor en cualquiera de sus manifestaciones puede servir para combatir de forma natural el estrés que provoca la situación de peligro y amenaza. No debemos olvidar que amar es querer al prójimo como a uno mismo. Ahora, y más que nunca, es necesario mostrar nuestro lado más sensible, y mostrar en gestos, palabras o actos nuestra mejor de las intenciones, bien sea en la convivencia en el hogar o en la interacción con otras personas por el medio telemático o telefónico.

— ¿Qué nos permite esto?

—Esto permite neutralizar el miedo y las debilidades provocadas por las malas noticias y los cambios tan repentinos. Así que, querámonos más, cooperemos más y ayudemos a los demás en la medida de las posibilidades de cada uno con lo que mejor sepamos hacer, atendiendo a la responsabilidad individual. Un buen ejemplo de sentirse queridos, es ese gesto simbólico, ese momento de apoyo que se dá a las 20.00 horas cuando salimos a nuestras ventanas a motivar a nuestros sanitarios. Me refiero a esas muestras de cariño. En relación al uso de estos mecanismos de protección humanos (muestras de afecto), debemos invitar a todas las personas a incrementar en frecuencia e intensidad mientras dure el confinamiento y conservarlas si es posible para siempre.

Mientras esperamos a que los científicos desarrollen una vacuna o medicamentos de eficacia real contra el virus, busquemos fortalezas emocionales. No me cabe la menor duda de que con cariño y las muestras de afecto conseguiremos un afrontamiento más llevadero y una espera más moderada y conciliadora.

—Ya que tratamos el terreno amoroso. ¿Qué puede pasar ahora con las parejas o matrimonios que no están bien y que tienen que pasar las 24 horas juntos? ¿Qué consejos le da? ¿Cree que saldrán reforzadas de esta situación o qué acabarán peor? ¿Qué pasaría con esas personas, que estando mal con su pareja, en esta situación de COVID-19, refuerzan la amistad con otra persona vía redes sociales? ¿Qué consejos y recomendaciones lanza en estos momentos?

—El confinamiento de por sí es una situación contextual estresante, pues va en línea a la obligación. Se trata de un bloqueo a la libertad por el bien de todos, cuando nuestra sociedad está habituada en condiciones normales, a un ritmo diferente. Las convivencias tienen con carácter general un funcionamiento que va en paralelo al ritmo de vida diario y todo esto cambia el sistema. La situación de las parejas o matrimonios, en estas circunstancias sufrirá cambios que no tienen por qué resultar negativos ni positivos de forma tan condicional. Eso dependerá fundamentalmente del enfoque que cada persona quiera darle y cómo lo gestionen; es decir la capacidad de adaptación es la variable a entrenar y la que marcará la direccionalidad de una buena o mala convivencia.

—¿Qué debemos valorar?

— En estas circunstancias debemos valorar la vida con más humildad y atendiendo a lo más básico. Es un momento para preocuparnos de sobrevivir sin salir resentidos o lo menor posible al menos. Quizás no es el mejor momento de responder a cuestionamientos y resolver malestares de pareja, que cuando existen es porque se han acumulado, sino priorizar el bien común y sostener la paz y la tranquilidad que ahora es lo que más necesitamos. En cualquier caso, si la situación es muy crítica, lo más aconsejable es solicitar ayuda a un profesional especialista en la materia, pues esta será la mejor alternativa.

En el caso de que se de esta última circunstancia, debemos de atender a principios de autocuidado personal. Si en nuestra vida personal hemos desarrollado contacto con otras personas y para nosotros es positivo y significativo. Debemos de seguir trabajando, pues favorece que la situación se sobrelleve mejor, el contacto con relaciones en positivo favorece a mantener el equilibrio y el estado de ánimo. Ahora bien, las personas deben de respetar las convivencias e intentar reservar tiempo y espacio de intimidad. Las redes sociales no deben de ser el único recurso, resulta más favorecedor una conversación telefónica amena o en modalidad de conferencia pues es un modelo más humanizado y no tan desnaturalizado. 

—¿Es distinto un confinamiento en el rural que en una ciudad?

—Sí, por supuesto. Atendiendo a principios de espacio generalmente, en el rural no cambian tanto las rutinas, pues el modelo de actividades de la vida diaria no cambia tanto debido a las circunstancias y tiene unos niveles de salubridad mayor, en términos de deambulación o libertad. Por el contrario, las ciudades, sobre todo las familias que viven en hogares más reducidos, causan más angustia por falta de espacios para la intimidad. Un factor en contra de las aldeas o el rural es la soledad, pues la despoblación castiga la habitualidad de las relaciones sociales. Sin embargo, en este momento puede ser un lugar más saludable porque sus hogares permiten un margen de movimiento y desintoxicación mayor que las ciudades.

Si, los pacientes del medio rural, suelen padecer patologías depresivas debido al aislamiento social y físico, en estos momentos pueden convertirse en entornos privilegiados debido a la baja densidad de población, que no favorece la facilidad para los contagios, siempre que se respeten las medidas de contención.

— ¿Cuáles son las consecuencias psicológicas que podrá traer consigo esta crisis?

— En el caso de las personas con patologías previas de tipo psiquiátrico o psicológico puede provocar recaídas o empeoramiento del bienestar percibido. En el caso de personas sin patología previa, puede causar la aparición de la angustia, la ansiedad o patologías depresivas resultado de la incertidumbre que provoca cualquier crisis. Dada la magnitud de la crisis presente resulta aconsejable la intervención psicológica de inmediato sobre la población, pues nuestra actuación tiene mucho que decir durante el transcurso de la crisis para realizar un modelo eficaz de contención y paliar con éxito las consecuencias inevitables de la crisis sanitaria del COVID19.

— En situaciones así, ¿existen etapas?

— Podemos dividir la crisis sanitaria en tres etapas de afrontamiento psicológico en crisis, atendiendo a una simplificación que explique las reacciones humanas ante estado de alarma.

1) FASE DE IMPACTO O SHOCK: es la primera etapa, en la que se acoge la comunicación de los sucesos traumáticos en este caso coincidente con la declaración del estado de alarma. Es muy característico, encontrar conductas de desorientación, negación o falta de adaptación, debido a la percepción de amenaza o riesgo. En esta ocasión, se ha caracterizado por la impulsividad de búsqueda de víveres en los supermercados, o la recopilación de medicamentos, o la demanda sanitaria injustificada con la consecuente saturación de los servicios básicos, produciendo sobrecarga y estrés de la primera línea de contención. Esta fase será más crítica, dependiendo del nivel de gravedad de la situación, y provocará más caos general cuanto peor se informe a la población.

2) FASE DE ACEPTACIÓN O ASIMILACIÓN: a medida que pasan las horas, días o incluso semanas, la situación se va normalizando y la población comienza a aceptar la situación e intenta encajar lo sucedido, cumpliendo las normas de autocuidado recomendadas, fase en la que se produce la necesidad de cooperar, colaborar y se activan recursos de afrontamiento para superar la crisis.

3) FASE DE RECUPERACIÓN: es una fase que se caracteriza por la fatiga y el cansancio, en las que la población intenta volver a un estado de normalidad, una vez se declara una finalización de la problemática y se van desactivando los estados de alarma y vuelven los mensajes de paz y normalización.

FACETA PERSONAL

—¿Por qué te has decantado por esta profesión?

—Siempre tuve claro que el desempeño de mi profesión debía estar vinculado a ayudar a las personas y al trato hacia el público. Escogí el camino universitario de la Psicología, con la pretensión de formarme en ayudar a las personas, en la gestión de sus emociones y con el objetivo de aprender, aprender y aprender a manejar mejor las situaciones de crisis personal. Creo firmemente que es algo más que una profesión. Es una forma de vivir, de pensar, de sentir, de observar... En definitiva, creo que es un rol en la vida, más allá de un ejercicio profesional solamente. Creo que es una disciplina académica con mucho futuro, que puede y debe ser muy instrumental para el ser humano, que permita mejorar la calidad de vida de las personas, no sólo en el ámbito de la salud, sino también en el resto de ámbitos porque es una materia con la capacidad de extenderse a prácticamente todos los conocimientos, pues donde hay personas, debe haber Psicología.

Considero que nuestra profesión es muy importante, verdaderamente útil en la gestión eficaz de la vida de las personas para conseguir una sociedad mejor, y que tiene mucho que decir especialmente en la prevención y en la resolución de problemas asociados al estrés de un mundo globalizado y desequilibrado, ahora más que nunca.