Las «neveiras» de los monjes

SOCIEDAD

Pita

La Pequeña Edad de Hielo enfrió Europa desde el medievo al siglo XVII. Pero al mal tiempo buena cara, y, en la sierra de O Candán, el monasterio de Aciveiro vio que fabricar hielo era negocio y montó dos «congeladores»

06 dic 2019 . Actualizado a las 19:38 h.

Los electrodomésticos, como la nevera o el aire acondicionado, son lujos inventados en el siglo XX y que ahora todas las familias disfrutan en sus casas. Basta con abrir la puerta del refrigerador para coger bebidas frías o un táper para recalentar en el microondas. Pero hace cuatro siglos, en el XVII, la vida no era tan cómoda. En 1650, durante la Pequeña Edad de Hielo en Europa, hubo un «pico» de frío polar. Si ahora preocupa el calentamiento global, en esa época asustaba el «enfriamiento». Pero los monasterios vieron un negocio redondo en los copos blancos, porque a la nobleza le encantaban los helados y la granizada. Solo tenían que subir a las montañas a buscar nieve, que en aquella altura caía a cotas bajas y accesibles, y luego la almacenaban en grandes depósitos circulares de piedra. Cuando llegaba el verano y apretaba el calor, usaban ese hielo para refrescar la comida o lo revendían para enfriar sorbetes, o incluso lo usaban con fines terapéuticos (como aplicar frío a una parte lesionada del cuerpo).

Estas neveiras proliferan por Galicia. Los peregrinos del Camino Francés las pueden divisar cerca de O Cebreiro y Fontefría, dispersas por las laderas. Pero el mejor sitio para conocer cómo funcionaban estos ingeniosos refrigeradores es en Vilariño-Fixó, en Forcarei, en las inmediaciones del monasterio cisterciense de Aciveiro, en plena sierra de O Candán. Dichas construcciones están datadas en 1625, aunque quizás había más en época medieval. Fueron promovidas por el Císter y pertenecían al Cabildo de Santiago. Están situados a 810 metros sobre el nivel del mar, cerca del mirador de Grobas.

Un nevero, cuya casa se conserva en parte, recogía la nieve en pozos en el monte y la trasladaba a mano o en animales de carga hasta dichas neveiras de Fixó, en Millarada. En verano, la movía para el cenobio de Aciveiro, situado cerca del río Lérez, a varios kilómetros. Así que en la sierra de O Candán los monjes montaron una serie de supercongeladores artesanales, de los que se conservan dos. Dichas neveiras son de tamaño XL (de unos ocho metros de boca) y están musealizadas como patrimonio etnográfico gallego.

Las «neveiras» de Vilariño-Fixó, en Forcarei, fueron restauradas y musealizadas. Son accesibles
Las «neveiras» de Vilariño-Fixó, en Forcarei, fueron restauradas y musealizadas. Son accesibles Pita

Los senderistas pueden visitarlas mientras caminan por la ruta del mirador de Grobas, en Forcarei, cerca de una bella aldea abandonada y hundida en la montaña. Una de las neveiras está algo derruida y cubierta de hiedra, pero se puede echar un vistazo desde arriba a través de una pasarela de madera. Los expertos la consideran la más completa, porque la boca dispone de doble muro aislante y losetas. A la otra, situada a 200 metros y rodeada por una jaula circular, se puede bajar por una escalera metálica y pasear por su suelo.

Estas fábricas de hielo son depósitos enterrados y revestidos de piedra. Tienen una profundidad próxima a los cuatro metros, y 7,5 de diámetro. Tenían capacidad para unos 150 o 200 metros cúbicos de hielo. Al tratarse de pozos sombríos la temperatura era muy baja, y es posible que las bocas se tapasen con un entarimado para proteger estos depósitos de la lluvia. En el fondo, además, había canalones para desaguar.

¿Cómo llegar?

La mejor referencia es el mirador de Grobas. Hay que bajar por un sendero.

Visita complementaria

Cerca hay una mámoa, el monasterio de Aciveiro y la aldea abandonada de Grobas.