Xabier Rodríguez y Fina Sedes: «Tejer no es aburrido, es relajante»

SOCIEDAD

CESAR QUIAN

Llevan 40 años practicando y viviendo de lo que ahora llaman cultura «slow». Dicen que tejer tapices «fomenta la paciencia de una manera agradable». Los suyos están en el Parlamento.

21 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No saben concretar muy bien cuándo comenzaron a tejer. Lo tienen difuso en la memoria: «Pues desde muy jóvenes... Yo creo que con 22 años más o menos ya empecé como artesano», dice Xabier Rodríguez que, junto a su mujer, Fina Sedes, fundaron hace 37 años Tapices Galicia, un taller especializado en la confección de tapices de alta calidad.

Aunque ahora están en A Coruña, la sede de su negocio también se ubicó durante unos años en Cedeira y en Santiago. «Nos iniciamos con el macramé y poco después comenzamos a tejer tapiz. La Xunta nos dio una beca para ampliar formación en telares artesanales de bajo lizo y, después, perfeccionamos técnica en Barcelona con Clemente Cóndor». Pero la formación no terminó nunca y a día de hoy todavía asisten a clases y talleres para seguir aprendiendo. «Estamos en una formación continua porque como nos interesa en general todo lo relacionado con el textil», comenta Fina.

Reconocen que ser artesano tejedor es duro y que, como todas las profesiones, tiene sus inconvenientes: dolores de espalda, vista cansada... «Pero nos reporta tantas satisfacciones... Además, una vez que empiezas ya te engancha. Yo creo que es porque lo llevamos en el ADN. De hecho, el tejer fue una de las primeras cosas que aprendió el ser humano», comenta Fina para justificar las horas y horas que pasan ante el telar. «¿Que cuánto nos lleva hacer un tapiz? ¡Uff! -piensa Xabier-. Pues depende del tamaño, la complejidad y los materiales. Pero uno de 65 por 90 centímetros, trabajando ocho horas diarias, más de tres meses. Y los más grandes, cerca de un año». ¡Un año! para realizar un tapiz que puede llegar a costar 12.000 euros. «Para el Parlamento de Galicia hice uno de 2 por 2 metros con un diseño de Virxilio sobre la llegada del Conde de Gondomar como embajador en Londres, negándose a abatir el estandarte de España ante el del rey de Inglaterra. «Ese me dio mucho trabajo, mucho. Estuve un año con él», recuerda.

Fina dice que los tapices permiten ejercitar y fomentar la paciencia «de una manera agradable». «Y no, claro que no es aburrido. Es más bien relajante. Ayuda a abstraerse de los problemas diarios para concentrarse en lo que estás haciendo», explica Fina. «Vamos, es una actividad milenaria pero que casa bien con la cultura slow tan de moda, añade Xabier con cierto humor. «Sí, sí. Es que la lana es un material que transmite tranquilidad y al usar diferentes colores también te lleva a distintos estados de ánimo», puntualiza su mujer. De hecho, aunque resulta sorprende, el matrimonio dio clases en la ONCE a personas invidentes. Porque Xabier y Fina compaginan la elaboración de tapices con clases en asociaciones y ayuntamientos. «Tenemos mucho que agradecer a los concellos porque ellos y los alumnos hacen que la artesanía siga viva», al igual que la Asociación Amigos dos Museos, «que aprecian mucho nuestro trabajo». Sobre el futuro ellos lo tienen claro: «Es difícil que desaparezca la artesanía textil. Una pieza puede tener 10.000 movimientos, y programar eso con un ordenador no es rentable».