Los barrios de prostitución en Galicia: la luz roja continúa encendida

Gladys Vázquez / X. Carreira / J. Romero / M. Hermida REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Prostituta ejerciendo en la calle
Prostituta ejerciendo en la calle Oscar Vázquez

En calles de Vigo, Lugo y Santiago siguen ejerciendo la prostitución unas cien mujeres; en la ciudad olívica el caladero de nuevos clientes está en los trabajadores de los cruceros

27 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La luz roja todavía sigue encendida en algunos barrios chinos gallegos. Los especialistas aseguran que existe un gran descenso de mujeres que ejercen la prostitución en estas zonas, pero todavía continúa la actividad en los de Vigo, Santiago y Lugo. En Pontevedra hay colectivos que aseguran que esta práctica se realiza en áreas distintas de las tradicionales. Y lo mismo que en Ourense. Los lupanares dieron paso a otro tipo de negocios vanguardistas; en algunos casos antiguas casas destartaladas pasaron a ser lujosos apartamentos con altos alquileres.

No hay cifras oficiales, pero las mujeres que a diario se buscan la vida en estos barrios podría llegar al centenar, según miembros de colectivos relacionados con la materia. En Lugo habría unas 15; en Vigo, Médicos del Mundo (que atiende al año en Galicia a más de mil personas relacionadas con el sexo, de las cuales el 95 % son mujeres), constata que en la zona portuaria quedan una decena, de edad alta, que llevan muchos años y no han encontrado otra forma de vida.

Desde Faraxa (asociación por la abolición de la prostitución, que realiza visitas por barrios y calles de diferentes ciudades) reflejan un descenso de mujeres en los barrios rojos. No se atreven a hablar de extinción de esta forma de vida en estas áreas, «pero sí de intensa disminución». Recuerdan que la prostitución se va a los pisos y muchos de los encuentros se hacen ya a través de redes sociales.

«A prostitución, como toda institución cultural, sufre cambios e adáptase aos intereses das clases sociais dominantes. Neste caso, a remodelación dos cascos vellos (froito dun interese urbanístico ligado ao ámbito do comercio e a novas residencias), xunto cunha industria sexual organizada en torno a espazos públicos máis encubertos (pisos de contactos, discotecas privadas, servizos on-line a domicilio, etcétera, leva ocasionando nos últimos vinte anos un traslado desta actividade a outros lugares que non confronten cos intereses de veciños e comerciantes. Noutros espazos, as organizacións criminais atópanse menos perseguidas e inspeccionadas», asegura la socióloga Silvia P. Freire, portavoz de la Rede Galega Contra a Trata. Esta experta recuerda que estos barrios chinos «poderían constituírse coma unha parábola simbólica deste cambio de ciclo que se está dando no mercado: da prostitución cara a industria sexual (do minoritario e informal ao masivo e sistemático). A explotación organízase e disfrázase cada vez máis no noso país e mentres, os e as dirixentes políticos, e toda a sociedade, segue a mirar a outro lado, sen recoñecer nin tratar, coa seriedade debida a violencia contra as mulleres na trata sexual e tampouco, na prostitución».

En Faraxa creen que las medidas no pasan por acabar con los entornos donde hay encuentros, creen que deben «rematar con esta forma de violencia de xénero que é a prostitución, outorgando alternativas e apoios reais ás mulleres vítimas que lles permitan poder elixir e dirixir a súa vida con autonomía ao mesmo tempo que se tomen medidas para desalentar o consumo de prostitución, que é un reflexo da desigualdade sexual entre homes e mulleres».

Oscar Vázquez

«¿Ladies?», pregunta el personal de cruceros que atracan en Vigo

Google retrató, sin saberlo, la estampa más habitual de la prostitución en Vigo. Lo plasmó con su servicio Street View -proporciona panorámicas tomadas a nivel de calle- mientras recorría el Casco Vello. Allí, en lo que parece un día de verano y calor, se ve a seis mujeres, todas sentadas en taburetes. Cerca, rondándolas, varios señores evitando dar la cara. Todo indica que las primeras son prostitutas y los segundos, posibles clientes. A pocos metros, mirando a la ría, en la zona portuaria, está el gran caladero de usuarios. Concretamente, en el muelle de cruceros.

«É normal velos, son traballadores dos cruceiros que, aproveitando que os pasaxeiros visitan Vigo, buscan estes servizos», explica Fiz Axeitos, presidente de la Asociación de Veciños do Casco Vello, antes de añadir: «Xa os ves, veñen acelerados, case sempre son asiáticos, preguntando por ‘ladies, ladies’. De todas as formas, xa non chove como chovía». Axeitos revela un escenario actual optimista en comparación con el vivido hasta hace muy poco: «Cerraron catro locais nos últimos anos, agora só queda un na rúa Abeleira Menéndez e uns tres portais ou baixos ocupados nos que atenden».

La demanda llegó a tal punto, el pasado verano, que los clientes hacían cola. El método consistía en la cama caliente, que compartían diferentes mujeres para atender a sus respectivos clientes pagando únicamente por el tiempo de uso. «O gran problema é a degradación do barrio, que neste caso é, ademais de social, urbanística, con coches patrulla da policía e un ambiente que prexudica á zona». La situación, añade, empieza a revertirse también con la compra de viviendas que obliga a vaciarlas para iniciar la reforma. «É por iso que pecharon algúns locais, víronse obrigados», concluye Axeitos.

El otro barrio chino de Vigo está en Beiramar, justo enfrente la gran lonja de Vigo. Se concentra en el perímetro de la única gasolinera de la zona, ya sea entre coches o en el escaparate que implica pisar la acera. El tercer foco está en los grandes locales de alterne, alguno de sobra conocido y grandes instalaciones. Al margen de estos establecimientos y de la prostitución callejera, el cuarto y último meollo se ubica en cualquier pantalla de móvil, tableta u ordenador. Se trata de las webs de contactos que dan acceso directo al servicio facilitando números de teléfono, la mayoría repartidos en decenas de pisos anónimos que se extienden por la primera ciudad de Galicia. La Asociación pola Abolición da Prostitución (Faraxa), con sede en Vigo y amplia experiencia, elevó en su último estudio difundido a 250 las mujeres que ejercían, en el 2017, la prostitución en Vigo y su perímetro.

El mismo estudio dibujó, a través de las demandantes del servicio asistencial, un mapa por nacionalidades. Brasil era el país con más presencia en Vigo (113 personas); España (87); Nigeria (52); Colombia (45); Rumanía (35); República Dominicana (34); Portugal (18); Paraguay (17) y Marruecos (10). Carmen Lago, presidenta de Faraxa, expone su visión del conocido como oficio más antiguo del mundo: «La legalización o despenalización aumentaría su demanda y a los proxenetas y traficantes que promueven el tráfico sexual y la explotación infantil».

 

Prostitutas junto a la iglesia de O Carme, en Lugo
Prostitutas junto a la iglesia de O Carme, en Lugo Óscar Cela

Lugo: citas en la puerta de una iglesia con velas y flores a la Virgen

Los deseos de algunos empresarios que apostaron por invertir en el barrio chino de A Tinería, una zona de las zonas históricas con más atractivo en la capital lucense, no se hicieron realidad. El Domingo de Pascua del año pasado cerró el Asturias, el último bar con luz roja del barrio, pero la prostitución continuó en la zona. El único establecimiento de una serie que superó la decena, que se distinguía (según se veía de fuera) por un gran sofá de escay de color rojo y por la música de Los Chunguitos, dio paso a una vermutería. Las habitaciones de la planta superior son ahora un moderno hostel.

Las prostitutas siguen ejerciendo en el barrio en el que más dinero público se ha invertido en la ciudad para rehabilitar las viejas casas que la Xunta fue adquiriendo para, una vez mejoradas, ponerlas en alquiler. Mientras los políticos de PP y PSOE mantienen una «liorta» casi permanente por la situación de la zona, las mujeres (la mayoría entrada en años) captan a la clientela en una recogida plaza en A Rinconada y delante de la desatendida iglesia de O Carme. Son precisamente ellas las que no se olvidan de la Virgen y como el templo está cerrado, aprovechan un pequeño ventanal para dejarle flores y velas.

La media de edad de la clientela, que aumenta los martes y viernes (días de mercado en Lugo) es alta. Alguno de los usuarios incluso «agradece» los servicios con regalos de décimos de lotería, como así reconoce una mujer del barrio.

En Santiago apenas queda rastro de lo que fue el Pombal
En Santiago apenas queda rastro de lo que fue el Pombal XOAN A. SOLER

El Pombal, en Santiago, un barrio muy caro y rehabilitado donde sobrevive El Copas

En Santiago apenas queda ya rastro de lo que fue el barrio chino. La prostitución, al igual que ocurre en otras ciudades, está actualmente en los pisos y en los clubes de carretera, pero en la zona del Pombal permanece un último local, un pequeño establecimiento llamado El Copas, en Poza de Bar, y que abre desde primera hora de la mañana.

Es el último superviviente en una zona hoy rehabilitada y de las más caras de Santiago. Los bares de alterne fueron cayendo todos a lo largo de la última década. El Trébol y el Ramos fueron los dos últimos. En la zona apenas se ve algunas mañanas a un travesti y por las tardes a una señora muy mayor.

El Pombal vivió su época de esplendor en los años setenta, cuando estaba cerca la feria de ganado de Santa Susana. Su decadencia llegó en los ochenta y primeros noventa, con la lacra de la droga y la proliferación del Sida. En Compostela, la zona del Pombal se ha convertido en un ejemplo de rehabilitación urbanística, un lugar demandado para vivir, céntrico, con servicios y al lado de un parque, y en el que en los últimos años han aparecido nuevos establecimientos hoteleros. La mayoría de casas que albergaron prostíbulos son hoy viviendas reformadas.

Rodaje de la vida de Mimitos, un mito erótico de Pontevedra
Rodaje de la vida de Mimitos, un mito erótico de Pontevedra

La Mimitos, la prostituta del barrio de A Moureira pontevedrés convertida en mito

En Pontevedra no hay barrio chino. El último vestigio fueron prostitutas que se apostaban en la carretera vieja a Vigo. Pero eso desapareció hace años. El único barrio de alterne en toda regla de la ciudad estuvo en A Moureira, una zona de pescadores donde en los cuarenta, empezaron a abrirse locales de alterne; bares con orquestilla y prostitutas. Los que lo vivieron dijeron que llegó a haber unos veinte negocios en pocos metros, como cuenta Manolo Yáñez, cámara jubilado, que hizo diversos trabajos acerca de A Moureira, entre ellos un documental sobre una prostituta emblemática, la Mimitos.

En Pontevedra aún hay quien se acuerde ella, de la Mimitos, de su garbo y de cómo hacía que todas las miradas se volviesen cuando caminaba por las calles y a su paso salían mirones de los comercios. Por eso Manolo Yáñez quiso llevarla a la pantalla y contar cosas como que el pintor Rafael Alonso la retrató en un cuadro con un pecho descubierto. La Mimitos se espantó. Dijo que la había pintado como una puta, pero él la convenció de que parecía una diosa griega. La Mimitos se fue de Pontevedra a mediados de los cincuenta, cuando el gobernador clausuró A Moureira. Alguien encontró su cuadro en una casa de alterne en Bélgica. Pidió ver a su protagonista. Ella accedió y contó que su vida estuvo preñada de tristeza.

Ocaso en A Coruña y Ourense

En A Coruña ya no existen las calles del Papagayo o la Florida. Eso provocó, según David Mosteiro, responsable de la oenegé Vida y Futuro, la proliferación de pisos en la ciudad, donde las mujeres ejercen la prostitución «sin proxenetas ni nadie que las explote». Otras muchas «prefieren los clubes», pues les «ofrece una seguridad laboral que no se tiene en los pisos particulares».

En Ourense la prostitución dejó la calle. Queda poco del movimiento de hace una década en el casco antiguo de la ciudad, sobre todo en las calles Cervantes y Pelayo, donde los clubes se instalaba unos al lado de los otros generando un movimiento económico del que también se beneficiaban otros comercios de la zona. La prostitución se ha dirigido a otras zonas, como la trasera de la Alameda, cerca de la Praza de Abastos. En este caso no existen locales, las mujeres van por libre y se lucen al paso de los conductores.

En Ferrol, la prostitución en pisos mueve al mes más de 2,5 millones, según algunos estudios. El último reducto similar a un barrio chino fue el Ferrol Vello, pero lleva años sin actividad.

Información elaborada con aportaciones de Cándida Andaluz, Carmela López y Alberto Mahía.