Ilaria Bianchi: «El diagnóstico te paraliza y te deja flotando en el aire»

belén escudero MADRID / EFE

SOCIEDAD

La ginecóloga narra en un libro cómo la enfermedad le ayudó a entender mejor a las pacientes

19 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La ginecóloga italiana Ilaria Bianchi tardó unos segundos en convertirse en paciente, en cambiar de un lado a otro de la mesa de su consulta. Allí había diagnosticado hace pocos meses de cáncer de mama a su compañera y pensó que era imposible que le ocurriera a ella también al mismo tiempo, pero se equivocó.

Esta es la experiencia directa de una ginecóloga con el cáncer, una vivencia que ha plasmado en su libro Vivir y superar el cáncer de mama. La enfermedad le ha ayudado a Bianchi a entender mejor las necesidades de los pacientes y a darse cuenta de la importancia de una buena comunicación del médico con el enfermo. «Desafortunadamente nada ni nadie te enseña a entender bien a los pacientes, hasta que eres tú la paciente», se lamenta.

A esta italiana hiperactiva, ginecóloga «por pasión», le costó acostumbrarse al principio a ser paciente, porque ella era la que habitualmente daba explicaciones en sus consultas cuando había «malas noticias».

Pero tuvo que aprender: «yo era como un Ferrari y un día la vida me aparcó una temporada en el garaje», dice al comenzar a hablar sobre cómo se enteró de la enfermedad.

Fue por casualidad, en noviembre de 2014, con 39 años, cuando se ponía crema en el gimnasio y notó un bulto en su pecho izquierdo. Sus conocimientos médicos salieron de golpe a su mente. «Me dije: ¿características? Hum... malas: irregular y no doloroso».

Aquel bulto no le gustó como médico -«tuve una mala sensación», recuerda-, pero intentó tranquilizarse y se dijo: «No será nada, me haré una ecografía y ya está». Ahí empezó la lucha entre las dos partes, la de paciente y la de médico.

¿Y consiguió disociar ser paciente y ser médico? «Era un intento continuo de disociarlo; intentaba coger la parte positiva de cada aspecto, intentaba irme a donde me convenía», responde.

Las pruebas médicas la colocaron en un sitio que -dice- no le correspondía. «Me sentí paciente, con miedo, inseguridad, en un sitio desconocido», explica.

Allí se dio cuenta de que un diagnóstico como este «te paraliza y te deja flotando en el aire»; y entendió como nunca el valor de tener a alguien cerca en estos primeros momentos, que pueda entender lo que habrá que hacer y dónde.

«Hasta ese momento nunca me había sentido tan necesitada. Era médico, una persona muy activa, y explotaba mis capacidades al máximo. Hacía guardias de 24 y 48 horas. Trabajaba muchísimo y no había tenido nunca ningún problema. Pensaba en el subconsciente que mi cuerpo aguantaba todo, que era invencible», detalla.

Le costó volver a sentirse médico, porque se sentía «muy vulnerable, y no sabía si podía ser capaz de volver a ayudar a los demás con su profesión», pero se desahogó con psicólogos, con diversas técnicas y con la ayuda de sus compañeros, logró poco a poco a reincorporarse .

El cáncer ha cambiado su forma de tratar a las pacientes «Tengo mucha más empatía con ellas en general, no solo con las que pueden tener cáncer. La preparación y la profesionalidad es fundamental, pero también el trato y el cariño con ellas. Sirve para dar confianza y reforzar el vínculo entre medico y paciente».