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Los osos prehistóricos de Galicia tenían familiares lejanos en los Alpes

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

SOCIEDAD

El estudio demuestra que un oso cavernario de Cova Eirós y un oso pardo de Austria tuvieron antepasados comunes. Sobre estas líneas, réplica de un esqueleto de oso cavernario en el museo geológico de Quiroga
El estudio demuestra que un oso cavernario de Cova Eirós y un oso pardo de Austria tuvieron antepasados comunes. Sobre estas líneas, réplica de un esqueleto de oso cavernario en el museo geológico de Quiroga ALBERTO LÓPEZ

Hallan un vínculo genético entre dos animales que vivieron en Triacastela y Austria

01 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Un estudio internacional que demuestra que los osos pardos se hibridaron con el oso de las cavernas -una especie extinguida hace 25.000 años- ha contado con una importante contribución gallega. En esta investigación se descubrió que un oso cavernario cuyos restos fueron encontrados en el conocido yacimiento de Cova Eirós -en Triacastela- estaba emparentado con un oso pardo que murió en la cueva de Winden, en los Alpes orientales de Austria. Según las dataciones por carbono 14, el oso gallego vivió hace unos 34.800 años. Su pariente austríaco está datado hace alrededor de 41.200 años.

El estudio, publicado en la revista científica Nature Ecology and Evolution, está firmado por veintitrés investigadores de varios países, entre los que se encuentran las científicas gallegas Aurora Grandal, Gloria González Fortes y Ana García-Vázquez, del instituto de Geología de la Universidade da Coruña. En la investigación se analizaron y se compararon fósiles de osos cavernarios y pardos descubiertos en España, Austria, Armenia, Eslovenia, Rusia y Georgia, así como el ADN vivo de varios ejemplares de osos pardos modernos.

Los análisis han puesto de manifiesto que el oso de las cavernas (Ursus spelaeus) no está tan extinguido como se creía, ya que entre un 0,9 % y un 2,4 % del genoma de los modernos osos pardos europeos (Ursus arctos) fue heredado de la especie desaparecida. Según los resultados de este estudio, antes de la extinción del oso cavernario ambas especies se cruzaron y tuvieron descendientes fértiles, lo que dejó huellas genéticas en unos y otros.

En cuanto al oso de Triacastela y su pariente más antiguo de Austria, Aurora Grandal señala que «está claro que tuvieron antepasados comunes» a pesar de ser de diferentes especies y de haber vivido en distintas épocas y en áreas geográficas muy alejadas entre sí. La hipótesis que manejan los investigadores -añade- es que los cruces entre las dos especies se produjeron en varias ocasiones en Europa central, donde convivieron durante miles de años, y que los híbridos que surgieron de ellos se dispersaron después por otras partes del continente.

Gran movilidad geográfica

El hallazgo de un vínculo genético entre poblaciones de plantígrados situadas en territorios tan distantes como Galicia y Austria -apunta por otra parte Grandal- indica que los osos, tanto de una especie como de la otra, se movieron considerablemente en las etapas finales del Pleistoceno, la era geológica que terminó al acabar última glaciación, hace unos 10.000 años. Los osos pardos también se desplazaron a lo largo de grandes distancias durante el Holoceno, el período geológico actual.

Por otro lado, señala la investigadora, los resultados del estudio muestran que las especies que ya están extintas pueden seguir participando en la evolución a nivel genético durante decenas de miles de años.

Analizarán más fósiles de O Courel y Os Ancares

Los científicos del instituto geológico de A Coruña esperan ahora poder continuar el estudio secuenciando el genoma de otros fósiles de oso cavernario y oso pardo que se recuperaron hace tiempo en diversas cuevas de las sierras de O Courel y Os Ancares. «Estos esqueletos son más antiguos que los que se utilizaron en la investigación y tienen entre 40.000 y 45.000 años», explica Grandal. «Por ahora pensamos que la hibridación de osos cavernarios y pardos se produjo en el centro de Europa, pero es posible que esos cruces también tuviesen lugar en el norte de la Península Ibérica y sería muy interesante comprobar si fue así», añade.

Las pruebas

Aurora Grandal señala a este respecto que, si bien se sabe que los osos de las cavernas y los osos pardos vivieron en las sierras orientales gallegas durante el Pleistoceno, todavía no está probado que hayan compartido el territorio en una misma época concreta de ese período. Si se descubre que hubo cruces genéticos entre ellos, se demostrará que esa coexistencia se produjo realmente.

Por otro lado, los investigadores esperan llegar a saber si la carga genética que heredaron de los osos de las cavernas supuso alguna ventaja para la supervivencia de los osos pardos. «Parece que esos genes tienen que ver con la producción de energía en las células -apunta Aurora Grandal-, así que puede ser que la hibridación haya sido beneficiosa para los osos pardos de alguna manera».