Pablo VI libra al papado de una corte

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN /LA VOZ

SOCIEDAD

cedida

Un «motu proprio» modernizó y aligeró la Casa Pontificia en la línea del Concilio

29 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Que Francisco ha convertido el papado en algo cercano y reconfortante no tiene duda. Su humildad, su sonrisa y sus gestos parecen haber marcado un antes y un después, pero solo hay que levantar la vista y ver que si bien lo conseguido por Jorge Mario Bergoglio ha sido espectacular, los grandes cambios en la Iglesia tienen un nombre del que apenas nadie se acuerda: Pablo VI.

Giovanni Montini se hizo con el cetro de san Pedro en junio de 1963, cuando las reuniones del Concilio II apenas llevaban ocho meses. Aunque la idea e impulso del encuentro que cambió la Iglesia fue obra de su predecesor, Juan XXIII, tanto la ejecución del programa como su conversión en normas efectivas fueron cosa de Pablo VI. Y así, desde 1965 a 1970 (cuando la misa en latín pasa a la historia) se aprueban varias reformas de calado, como la de la curia, y también la encíclica más conocida del siglo XX: Humanae Vitae (que enterró cualquier esperanza de que la Iglesia aceptase el control de la natalidad).

Entre los documentos aprobados en esos años destaca el del 28 de marzo de 1968, el motu proprio Pontificalis Domus, que aligera la estructura que rodea al papa. Hasta entonces existía lo que se denominaba Corte Pontificia que, al estilo de las reales, suponía una estructura jerarquizada de personajes alrededor del monarca (en este caso, del pontífice). Pablo VI quiso terminar con este armazón y creo la Casa Pontificia, que a su vez dividió en dos partes: la Capilla Pontificia, que asiste al papa en tanto cabeza espiritual de la Iglesia católica; y la Familia Pontificia, para el apoyo del jefe del Estado del Vaticano, y por tanto con una carga civil y funcionarial mayor. Explicaba Pablo VI su decisión en el mismo motu proprio: «Muchas de las oficinas confiadas a los miembros de la Casa Pontificia se vieron privadas de su función, y continuaron existiendo como cargos puramente honorarios, sin mucha correspondencia con las necesidades concretas de la época».

Para una persona del siglo XXI parece que el papa sigue teniendo una pompa alejada de la cotidianeidad, pero lo cierto es que gracias a Pablo VI se eliminaron, entre otros, los siguientes puestos: de la Capilla desaparecieron cardenales palatinos, príncipes asistentes al trono, mayordomo, ministro del interior, chamberlán de honor, varios capellanes (secretos, comunes, de honor...), acólitos portadores de velas, guardián de la sagrada tiara, maceros y mensajeros apostólicos; de la Familia Pontificia se eliminaron puestos como maestro de cámara, auditor, intendente general hereditario del Sagrado Hospicio, caballerizo mayor, superintendente general de Correos, guardianes de la Rosa dorada, camareros secretos de capa y espada, secretario de embajada y capellanes (secretos, de honor...). Algunos de estos cargos están agrupados ahora bajo el nombre de gentileshombres de Su Santidad.

La Casa Pontificia, hoy

A pesar de cuánto se aligeró, la Capilla Pontificia la forman todavía hoy un gran número de personas [el orden se alteró ligeramente para agrupar a los diferentes cargos de los mismos organismos]: los cardenales; los patriarcas, arzobispos, obispos y eparcas; asistentes al solio; el vicecamarlengo de la Iglesia; los presidentes y prelados superiores de los Consejos pontificios; los secretarios de las Congregaciones romanas; el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica; el secretario y los votantes del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica; el decano y los auditores del Tribunal de la Rota romana; los prelados superiores de las Comisiones pontificias; el abad de Montecassino y los abades generales; los canónigos regulares y de las órdenes monásticas; los superiores generales o, en su ausencia, los procuradores generales de las órdenes mendicantes; los miembros de los capítulos de las tres basílicas patriarcales; los abogados consistoriales; los párrocos de Roma; los clérigos de la Capilla pontificia y los parientes del papa.

A la Familia Pontificia pertenecen, en la rama eclesiástica: el sustituto para los asuntos generales y el secretario para las relaciones con los Estados, ambos de la Secretaría de Estado; el limosnero de Su Santidad; el presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica; el teólogo y el predicador de la Casa pontificia; siete representantes del colegio de los Protonotarios apostólicos; los protonotarios apostólicos supernumerarios; los ceremonieros pontificios, encabezados por el maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias; los prelados honor de Su Santidad; capellanes de Su Santidad; un sacerdote que se encarga de predicar en retiros espirituales y otras ocasiones para el papa, los miembros de la curia y de la Casa Pontificia; y el secretario personal del papa. De la rama laica, son: el delegado especial de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano; el comandante de la Guardia Suiza; los consultores del Estado de la Ciudad del Vaticano; el presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias; los gentileshombres de Su Santidad; los procuradores de los Palacios Apostólicos; los agregados de Antecámara; la familia carnal del papa; el ayuda de cámara del papa; y la antecámara pontificia.