Jorge Pena: «Si llego a saber cómo es, no lo hago»

Mónica Pérez Vilar
MÓNICA P. VILAR PONTEDEUME / LA VOZ

SOCIEDAD

Mónica P. Vilar / Álex López-Benito

Ha sido el primer español en completar la regata Talisker y el primer gallego en cruzar el Atlántico en solitario en un bote de remos

06 mar 2018 . Actualizado a las 07:26 h.

Lo que comenzó como el sueño de su amigo Jesús de la Torre acabó convirtiéndose en la mayor aventura de Jorge Pena. Casi dos meses remando para cruzar en solitario desde La Gomera a la isla caribeña de Antigua.

-Comenzasteis la regata como un dúo, ¿por qué decides seguir solo tras la retirada de Jesús?

-Sentí que no me podía rendir tan pronto. Pensaba además en la asociación Cris contra el cáncer por la que remábamos. Pensaba que si ellos pueden luchar contra la enfermedad yo tenía que poder con esto.

-Pero el mar no te lo puso fácil...

-Con el mar tengo que hablar porque me permitió pasar pero me castigó mucho. Los primeros 30 días no me dio descanso: vientos muy fuertes, olas que me rompían encima y aunque iba permanentemente atado me tiraban, me inundaban el bote... Lo peor era el rugir constante del oleaje. Cuando te metías en la cabina para dormir te caía encima y era como si te atropellase un camión. Quise salir de allí casi todos los días.

-Para colmo se te estropeó el piloto automático.

-Sí, me aguantó cuatro días. A partir de ahí tuve que apañármelas para equilibrar el bote y mantener el rumbo durante mis horas de descanso.

-¿Cómo combatiste la soledad?

-Llevaba conmigo a Paul, un pulpo de punto que me hizo mi mujer. Fue como el Wilson de la película Náufrago. Compartí muchísimas cosas con él, llegas a darle una personalidad. Además desde la segunda jornada de regata un pájaro venía a verme dos veces al día. Vi en él algo mágico, a un amigo que nos dejó hace poco y le puse su nombre, Mateo. Y por supuesto estaba mi clavo ardiendo, la pequeña llamada diaria a mi mujer Encarni.

-La naturaleza también te brindó imágenes impagables...

-Un día que estaba muy desanimado en medio del Atlántico un grupo de delfines me dio un espectáculo que en ningún delfinario. Y otro día vi una ballena rorcual surfear olas impresionantes durante varias horas. Ver eso en directo es el premio de estar solo en medio del océano.

-¿Cuál fue el momento más duro?

-Fue a dos días para llegar, ya con las fuerzas y los ánimos menguados me dicen que vuelve a entrar mal tiempo. Me puse a remar como un loco aunque no distinguía el horizonte y me bailaban los números del compás. Cuando vi el resplandor de Antigua me sentí como Colón ¡existía de verdad! Llegar a tierra a oscuras, tras semanas solo y ver las bengalas, el jaleo, la gente esperándote... es un shock. Y, aparte de abrazarlos a todos, que te pongan una hamburguesa con patatas y una cerveza fría... Se me saltaban las lágrimas.

-¿Hubieras hecho esta regata de saber cómo era?

-No, sinceramente si lo llego a saber no lo hago. Sabía que iba a ser duro pero no durante tanto tiempo sin dar respiro. Y aún hay quien repite pero para mí es una y no más.