Una fotografía gallega del rayo azul

Xavier Fonseca Blanco
Xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Alfredo Madrigal

El astrofotógrafo gallego Alfredo Madrigal fue capaz de inmortalizar el rayo verde, un fenómeno escurridizo

21 ene 2018 . Actualizado a las 10:00 h.

El ocaso es un evento que merece ser contemplado cada día. No solo por su belleza sino también por los interrogantes y pensamientos que plantea observar cómo la estrella se va con la luz a otra parte. Pero ¿a dónde? Cuando el sol se pone en Galicia sale por Nueva Zelanda. Aunque en realidad el astro rey no se va a ninguna parte. Es la Tierra la que se mueve. Esa terminología forma parte de la herencia de una época precientífica.

Si el tiempo lo permite, presenciar el ocaso puede tener premio. Con un poco de insistencia se aprecian fenómenos como el rayo verde. Un evento óptico escurridizo que inspiró a Julio Verne y que tiene su lado romántico. Cuenta la leyenda que si una pareja observa el fenómeno quedará unida para siempre. Además existen otro tipo de fenómenos que requieren de un poco más de paciencia. Por ejemplo, el rayo azul. «Ya había oído hablar de él y mi intención era captarlo con la luna llena. Lo intenté varias veces pero sin éxito», relata el astrofotógrafo gallego Alfredo Madrigal.

El 26 de junio del 2017 su suerte cambió. Era un día de cielo muy despejado. Así que Alfredo hizo lo que todo amante de la fotografía suele hacer, elegir un buen lugar para tomar la mejor instantánea posible de la puesta de sol. Su elección no pudo ser más acertada. De camino a Viveiro decidió parar en Loiba. «Se trata de un zona bastante oscura y con muchas posibilidades para la fotografía nocturna. Lo más difícil es encontrar una noche despejada y sin luna. Como hacía una noche estupenda estuve tomando fotografías hasta las 4 de la mañana», recuerda. Al día siguiente, revisando el repertorio de imágenes, allí estaba. Ese destello azul que tanto cuesta inmortalizar. «Al principio no me impactó mucho, pensaba en conseguirlo en mejores condiciones a lo largo de esa semana de buen tiempo. Días después tuve bastante ajetreo en el trabajo y me olvidé. Después me fui al observatorio de Calar Alto, en Almería. Llegué con muchísimo material y poco a poco fui olvidando el rayo azul en el disco duro de ordenador. Hace unos días rescaté la foto», explica.

Cuando el sol está bajo sobre el horizonte, la luz tiene que atravesar una atmósfera densa. Los colores que se dispersan más son el violeta y azul. El ojo humano capta los siguientes; el amarillo, naranja y rojo. Por ello vemos el crepúsculo rojizo. Con tiempo seco aparece además el verde. Y si el cielo está despejado, el aire limpio y el observador ocupa una buena posición es posible ver el rayo azul.