Gilbert Walker comenzó a recopilar datos de parámetros como la temperatura y la presión de todas las estaciones del planeta a través de la correspondencia, unas investigaciones que no tardarían en ofrecer datos valiosos
14 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.La atmósfera es un sistema complejo que obliga a la ciencia a poner una enorme cantidad de recursos para tratar de anticipar su comportamiento solo un par de días. Pero en ese caos también es posible encontrar un cierto orden. Los fenómenos meteorológicos a menudo están relacionados unos con otros. Un evento en el extremo opuesto del planeta puede tener consecuencias en Galicia. Esto es lo que la comunidad científica llama teleconexiones atmosféricas y fueron descubiertas por casualidad en el siglo XX por un inglés durante su estancia en la India.
A comienzos del siglo pasado, Gilbert Walker, un hombre sin formación científica pero con una habilidad especial para las matemáticas, fue enviado a la India para realizar un trabajo completamente desconocido hasta ese momento para él, estudiar el comportamiento de los monzones, el régimen de precipitaciones que nutre de vida a la región. El gobierno británico estaba muy preocupado por las terribles hambrunas y la crisis en la economía del país que provocaba la ausencia de la temporada de lluvias.
Walker comenzó a recopilar datos de parámetros como la temperatura y la presión de todas las estaciones del planeta a través de la correspondencia. Sus investigaciones no tardarían en ofrecer datos valiosos. En los primeros artículos describía la existencia de una oscilación de presión en el Pacífico. Cuando aumenta en la parte occidental del océano disminuía en la oriental y viceversa. Esas variaciones causaban importantes efectos en las temperaturas y las lluvias de los países que bañan el Pacífico. Walker la bautizó como Oscilación del Sur y años más tarde sería renombrada por los pescadores peruanos como el fenómeno de El Niño. Walker había descubierto el evento natural con más efectos sobre el clima de la Tierra.
Pero la revolución científica que protagonizó Walker también llegó hasta nuestro vecino océano. En 1923, el inglés encontró una nueva correlación de presión en el Atlántico, entre las altas de Azores y las bajas de Islandia que llamó Oscilación del Atlántico Norte. La NAO tiene una fase positiva, cuando el anticiclón se mantiene más reforzado de lo habitual y las borrascas son profundas. Suele estar asociada con períodos de sequía. En su fase negativa, la presión disminuye en el anticiclón y aumenta en las borrascas. Se traduce en lluvias e incluso temporales en Galicia. La NAO es hoy una de las principales fuentes que usan los meteorólogos para predecir las condiciones atmosféricas a medio plazo.