Su compañero Tomás Teijeiro, primer autor del trabajo, coincide. «Agora -dice- fáltanos o máis complicado, que é levalo á práctica. Para dalo salto é necesario que se involucre o sistema de saúde ou as empresas, para que nos axuden a desenvolvelo produto e poder aplicalo na rutina clínica». El prototipo funciona, pero para convertirlo en un sistema de diagnóstico habitual se requiere un mayor desarrollo a nivel de ingeniería, lo que también pasa por una mayor inversión.
Tampoco sería complicado implantarlo en Galicia, comunidad que ha automatizado e informatizado su sistema de gestión clínico. En este aspecto, el dispositivo podría ser utilizado por cualquier médico de un centro de salud, aunque el servicio de diagnóstico también podría ser ofrecido por las farmacias. Y esta, precisamente, es una de las propuestas de los investigadores. «Axudaría -apunta Teijeiro- a relanzar o papel das farmacias, porque os profesionais poderían aportar un servizo asistencial, o que tamén reduciría a carga nos centros de saúde». En cualquier caso, los investigadores esperan llegar a un acuerdo con el Sergas para realizar un ensayo piloto de la tecnología que valide los resultados y, si se prueba un beneficio real en los pacientes, introducir la prueba en la cartera oficial de servicios.