Brunhilde Pomsel, la mujer que «no sabía nada»

patricia baelo BERLÍN / E. LA VOZ

SOCIEDAD

Pomsel se afilió al Partido Nazi en 1933.
Pomsel se afilió al Partido Nazi en 1933. CHRISTOF STACHE | AFP

Siempre negó haber estado al tanto de los asesinatos nazis, nunca fue juzgada y murió en un asilo a los 106 años

31 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Muy pocos sabrán quién es Brunhilde Pomsel. Sin embargo, esta mujer, que falleció la semana pasada sin familia y en un asilo de ancianos de Múnich, trabajó como secretaria del ministro nazi de Propaganda, Joseph Goebbels, mano derecha de Adolf Hitler. Su biografía y, especialmente, sus años al servicio de los artífices del Tercer Reich aparecen documentados en la cinta austríaca Ein deutsches Leben (Una vida alemana).

Pomsel se afilió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en 1933, el año de su llegada al poder. «¿Por qué no? Todo el mundo lo hacía», se justifica en el documental. Criada de acuerdo a los preceptos prusianos, la mujer trabajó como secretaria para un abogado judío y posteriormente en una emisora de radio. Hasta que en 1942 fue trasladada al ministerio de Propaganda como una de las asistentes de Goebbels, al que describe como una persona agradable, aunque arrogante y vanidosa.

Pese a los años que pasó como taquígrafa y mecanógrafa del nazi, Pomsel asegura que jamás estuvo al corriente de los asesinatos masivos y las humillaciones que padecían millones de judíos, incluida su amiga Eva Löwenthal. «No sabíamos nada de lo que pasaba, todo se ocultaba y eso funcionó», asegura la anciana, que jamás ha sido juzgada y que niega de pleno su responsabilidad en el capítulo más oscuro de la historia alemana.

Últimas horas con Hitler

Es más, Pomsel sostiene que ni siquiera se enteró de lo que ocurrió durante la famosa Noche de los Cristales Rotos de 1938, cuando el régimen saqueó establecimientos de propiedad judía. «Le juro que no sabíamos nada de eso», insiste la mujer, que dice no haber sido consciente del horror nacionalsocialista hasta que concluyó la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Fue cuando le tocó vivir las últimas horas de Hitler y Goebbels escondida en un búnker que estaba situado debajo de la cancillería. Ellos se suicidaron, pero a Pomsel se la llevaron las tropas soviéticas como prisionera. Después de cumplir cinco años de cárcel, se reincorporó al mercado laboral.

La anciana, uno de los últimos testigos que quedaban del nazismo, se ha marchado a los 106 años. Y precisamente el pasado 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Así lo confirmó ayer Christian Krönes, uno de los directores del documental.