Sapper, el alemán que diseñó Italia

maría piñeiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Muere a los 83 años un creador de objetos cotidianos que están en los museos

07 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Entendía el diseño de los objetos como una combinación de funcionalidad y belleza a partir de líneas puras y necesarias, y eso lo llevó a la cumbre del diseño italiano, aunque él era alemán. Richard Sapper (Múnich, 1932-Milán, 31 de diciembre del 2015) pasará a la historia como el creador de una de las primeras lámparas halógenas para escritorio (Tizio, 1972) o de la cafetera Coban 9090 (1978) de Alessi, pero también podría ser recordado como el diseñador que le dijo «no» a Steve Jobs (claro que años después se arrepintió de haberlo hecho).

Sapper fue uno de los creadores de lo que se conoce como diseño italiano, ya que ese fue el objetivo con el que Gio Ponti lo fichó en 1957, cuando trabajaba para Mercedes Benz. La idea era competir con alemanes y japoneses en la oferta de productos sofisticados, y Sapper, con su formación en filosofía, anatomía e ingeniería -aunque realmente acabó titulándose en Empresariales en Múnich- puso su capacidad racional e innovadora al servicio del estudio de Ponti, pero también lo llenó de poesía germana, no en vano su padre fue un pintor impresionista.

De la minuciosidad de su trabajo da fe una anécdota. En 1980, cuando estaba preparando un diseño de tetera para Alessi, le preguntó a un primo suyo restaurador de órganos antiguos cómo podría reproducir el sonido de una locomotora antigua norteamericana que le interesaba especialmente; su primo le habló de una doble tubería y Sapper acabó encontrando una empresa de Baviera que se la pudo construir. Es la tetera Bollitore.

Ese afán perfeccionista, esa necesidad de crear objetos que resolviesen problemas, pero en los que la función y la imagen iban muy relacionados y variaban dependiendo de su propietario, marcaron toda su actividad profesional. De hecho, Sapper, que trabajó hasta el último momento, entendía que con los años el diseño dejó de entenderse como la revolución de lo cotidiano para convertirse en un elemento más para justificar el precio de un producto.

La obra de Sapper es compleja y abundante, y actualmente hay al menos 15 de sus creaciones en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Victoria y Albert de Londres. En su carrera recibió diez premios Compasso d?Oro, el primero en 1959 por su reloj de mesa Static (para Lorenz) que todavía se fabrica. Después llegaron otros modelos icónicos, ejemplo de elegante equilibrio, como la silla para Kartell K1340 (fruto de su asociación durante 18 años con Marco Zanuso), un modelo infantil realizada por primera vez totalmente con materiales plásticos. Más tarde diseñó cronómetros para Heuer (1976), la SapperChair para Knoll (1979) o la silla plegable Nena para B&B Italia (1984).

Una de sus colaboraciones más reconocibles fue con Alessi, ya que además de la cafetera Coban 9090 (y una larga lista que llegó después) o la tetera Bollitore, fue el creador de una batería de cocina de 23 piezas en la que participaron grandes chefs, ya que como él mismo reconocía, solo sabía «preparar té, cocer un huevo y usar la parrilla».

Ahora que sus creaciones han pasado a la historia del diseño, se podrá comprobar una de sus máximas: «El tiempo es una de las pocas cosas que pueden definir la calidad de un objeto».