Del abandono al pánico para terminar ¿en el olvido?

e. b., s. c. redacción / la voz

SOCIEDAD

YANN LIBESSART | Efe

La epidemia todavía no se ha erradicado aunque su tendencia es a la baja. La primera semana de julio se diagnosticaron 30 casos de ébola en los tres países más castigados por el brote

01 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi 30.000 infectados y 12.000 muertos. Esas son las cifras del ébola que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS) un año después de declarar la salud pública internacional en estado de emergencia. El número de enfermos está lejos de alcanzar el millón y medio que anunciaba en septiembre el Centro de Control de Enfermedades estadounidense (CDC, por sus siglas en inglés), que también barajaba la posible erradicación de la epidemia para enero del 2015.

El CDC se equivocó. La cifra actual supone menos del 2 % de la estimada, y la epidemia todavía no se ha erradicado aunque su tendencia es a la baja. La primera semana de julio se diagnosticaron 30 casos de ébola en los tres países más castigados por el brote: 18 en Guinea Conakry, 3 en Liberia y 9 en Sierra Leona. Sin embargo, en esta última semana, el número total de nuevos infectados fue de 7 personas.

Pero no todo estuvo tan controlado como ahora. Hubo que esperar cuatro meses desde que se produjo el primer caso para que la OMS notificara el brote y casi ocho meses, hasta el 8 de agosto, para que declarara la emergencia de la salud pública. No evaluó correctamente la escala del problema y delegó en los gobiernos de los países afectados, que carecían de la mínima infraestructura sanitaria -humana y organizativa- para atajar un problema de estas características, tal y como la propia Margaret Chan reconoció. Las oenegés, con Médicos sin Fronteras como principal guía, fueron la salvación de miles de personas.

Para entonces, el sacerdote Miguel Pajares acababa de llegar a Europa trayendo un virus que había matado a más de 1.500 africanos. Entonces el ébola acaparó titulares y generó incluso pánico, como ocurrió en España o algunos puntos de Estados Unidos.

Uno de los segmentos de la población con más riesgo de contagio fue el de los profesionales de la salud: 880 trabajadores infectados, de los que murieron al menos 510. Uno de los primeros fue Umar Khan, una eminencia en el campo de la virología que había atendido a más de cien pacientes en Sierra Leona, cuya muerte conmocionó a la comunidad médica internacional.

Hasta bien entrado el otoño, la epidemia sumaba decenas de casos al día -se llegaron a diagnosticar 400 en una semana-, aunque se contuvo en la zona cero -quitando un caso puntual en Nigeria-, y solo traspasó fronteras por los repatriados a Occidente: Estados Unidos, España, Gran Bretaña, Francia, Suiza, Países Bajos, Noruega, Italia y Alemania acogieron enfermos. En los países ricos se contagiaron tres sanitarias -las americanas Nina Pham y Amber Vinson, y la española Teresa Romero-, casos muy puntuales aunque masivamente seguidos.

Ahora, un año después, la Unión Africana propone un plan de recuperación para devolver la estabilidad a los afectados, y hace hincapié en la importancia de que llegue ayuda desde el continente africano. De entrada, el Banco Africano del Desarrollo anunció 270 millones de euros, y se reconoce que en África Occidental ha mejorado la infraestructura sanitaria, que todavía sigue siendo sumamente endeble y dependiente.