Kailash Satyarthi, el hombre que nunca creyó en las castas

La Voz

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

El premio Nobel de la Paz compartió el año pasado el Nobel de la Paz con Malala

08 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay un libro de Kerr Kenedy, Decir la verdad al poder, donde junto a nombres como Desmond Tutu o el Dalai Lama aparece el de Kailash Satyarthi. Para hallar la razón de por qué está ahí y por qué compartió el año pasado el Nobel de la Paz con Malala, la joven pakistaní atacada por los talibanes, hay que remontarse a los años sesenta, cuando este ingeniero eléctrico especializado en alto voltaje de Vidisha (centro de la India), con nombre de monte sagrado, comenzó el colegio. Tenía solo seis años, pero le bastaron para darse cuenta de que en las escaleras de acceso al centro había otro niño de su misma edad que arreglaba zapatos junto a su padre. Pasaron los días. Kailash no dejaba de ir a clase jornada tras jornada, pero aquel pequeño nunca entraba. Un día se atrevió a preguntar por qué se quedaba en la puerta. Descubrió entonces que en su país hay gente que nace para estudiar, otra para trabajar o servir y luego hay los que vienen al mundo para ser totalmente invisibles. Los argumentos que le dieron para explicar aquellas diferencias no le convencieron.

Por eso estudió. Acabó la carrera. Hizo un posgrado e incluso dio clase. Pero un día, a los 26 años, dio carpetazo a todo y montó un periódico, La lucha debe continuar. Fue el primer paso en su lucha por lograr que niños como aquel que había visto un día arreglando zapatos a la puerta de su escuela pudieran estudiar. Para que todos los niños del mundo puedan hacerlo estén donde estén. Desde entonces se ha dedicado a poner coto a la explotación infantil en las minas, en las fábricas textiles, en las plantaciones de cacao, en los basureros... Fundó el movimiento Bachpan Bachao Andolan, que ha rescatado de la esclavitud a más de 80.000 niños; logró que su país confeccionara una ley para defender los derechos de la infancia; en 1998 promovió la Marcha Mundial contra el Trabajo Infantil, que recorrió 103 países, logró la participación de 7,2 millones de personas, además de involucrar a 20.000 organizaciones de la sociedad civil... Su labor es tan amplia como sus reconocimientos. Pero como le gusta decir, no hay que parar. Porque como rezaba la cabecera de su periódico, «la lucha debe continuar».