Alfonso Ávila agarró los palos a los 78. El golf le divierte y su médico se lo receta. Te lo cuenta YES, la revista gallega de Gente, Creatividad y Tendencias
17 ene 2015 . Actualizado a las 10:15 h.Como los grandes del golf español, Alfonso Ávila conoció el juego como cadi. Pero al contrario que los Ballesteros, Piñero y Jiménez, no cargaba los palos de otro cuando era un crío para hacer unas pesetas, sino por acompañar a su hija, Mariví, al campo de Larín (Arteixo). Había enviudado y el siguiente paso, atraído por el juego, fue recibir unas clases. Tenía 78 años, la edad a la que la mayoría ya no hace deporte, y las paredes del campo de prácticas se le hicieron pronto demasiado estrechas. El cuerpo ya quería algo más. Tras unos días de lecciones, pidió salir a jugar, luego hizo el examen para sacar la licencia y, un tiempo después, ya tenía hándicap 19. Cumplidos los 90 el pasado otoño, no piensa en dejar el golf, sino en la llegada de la primavera para disfrutar a menudo en el green. Es uno de los jugadores de mayor edad de España que todavía disputan campeonatos. «No me acobardo, no le tengo miedo a nada. Si no lo hago mejor, lo hago peor».
«El primer día que salía al campo, en el segundo hoyo, un par 3, emboqué un birdie desde el bunker. Mi profesor no se lo creía», explica divertido. Se unió pronto a una partida habitual «de tres mujeres maravillosas» y sintió que su salud mejoraba. «Lo esencial es que, cuando empecé a jugar, estaba hecho polvo de las rodillas, pensaba que tenía que coger ya la garrotilla -ríe-, pero a los dos meses corría como las liebres. Mi médico decía que la mejor medicina para mí era jugar al golf porque camino sobre una alfombra y respiro aire puro. Así que he seguido hasta hoy».
Desde siempre, el golf reúne jugadores pasados los 60 y los 70, porque permite divertirse en contacto con la naturaleza, en grupo o de forma individual, sin ser una actividad demasiado explosiva. Y luego está el reto de superación que supone intentar hacer poco a poco menos golpes que antes. «Sientes un gusanillo, cada vez te gusta más... Pero, si fuera fácil, al golf no jugaba nadie -bromea-. Hay que meter la bola en un buratillo así, y empiezas lanzándola desde 450 metros», explica sobre el atractivo de un deporte que, después de años de sostenido crecimiento en España, detuvo su progresión.
Aunque en cualquier campo de Galicia se reúne gente mayor cada mañana, seguir empuñando los palos cumplidos los 90 ya es otra cosa. «Claro que me canso. El sábado pasado hice 18 hoyos, y después de 15 o 16 ya iba tocado. Pero soy feliz porque me va bien para todo», explica Ávila, nacido en Villaconejos de Trabaque (Cuenca). En 1950 llegó a A Coruña, donde tuvo dos hijos, y volvió a la ciudad tras jubilarse.
ESTRENÓ EL CAMPO DE LARÍN
Hablador y divertido, Ávila es un personaje muy querido en Larín. El Hércules lo eligió para dar el saque de honor cuando inauguró la ampliación de su recorrido hasta los 18 hoyos, y hace unas semanas acogió un campeonato para celebrar su 90 cumpleaños. Por su avanzada edad, el comité de competición le hizo un par de concesiones, sale desde las barras rojas habituales de las mujeres -así comienza cada hoyo más cerca de la bandera- y puede utilizar el cochecito para desplazarse por el campo.
Cuando inauguró con el driver el recorrido nuevo, ya fue «el no va más». Aquel día se acercó a Larín como cualquier socio a ver el acto de apertura, hasta que le reclamaron en el tee para dar el golpe que daba por estrenado el campo completo. «Le di a la bola, que ni un profesional. El presidente [José Luis Parada] me dijo: 'Salió alta, recta y larga'», recuerda divertido.
Ahora, en invierno, su jornada incluye otros dos días a la semana de natación, porque una molestia en el torso le alejó del gimnasio. Y quizá pronto pueda compartir partida con sus bisnietos, de 6 y 3 años, «que ya enredan con los palos».