La despedida de Jean Paul Gaultier al prêt-à-porter

AFP

SOCIEDAD

París dice adiós a la saga de un diseñador que rompió los códigos de la moda

27 sep 2014 . Actualizado a las 19:30 h.

Le puso corsé con copas de cono a Madonna, vistió con falda a los hombres y sus desfiles son puro espectáculo: el diseñador francés Jean Paul Gaultier presenta este sábado su última colección femenina de prêt-à-porter tras casi cuatro décadas de osadía. Emblema histriónico de los años 80, su exuberante desafío a los códigos le valieron desde entonces el apodo de enfant terrible de la moda, y así, a sus 62 años, lo siguen llamando los franceses con cariño o ironía.

Su historia creativa comienza en los suburbios de París, donde de niño inventaba ropa para su osito de peluche. Pero no termina este sábado con la despedida al prêt-à-porter: Gaultier aclaró que seguirá creando para la alta costura. «Dibujaba todo el tiempo» modelos, relata su amigo de infancia Donald Potard, que luego dirigió durante años la firma Gaultier, actualmente propiedad del grupo español Puig. «Cuando éramos niños, dos veces al año tenía que aguantar la presentación de su colección, lo cual me aburría porque yo prefería jugar al tren eléctrico», recuerda Potard.

Tras formarse a los 18 años en el taller de Pierre Cardin, presenta en 1976 el primer desfile de su propia marca, que alcanza luego fama mundial gracias a un estilo rebelde que seduce a la chica del suburbio y la burguesa de los barrios ricos. Un corsé descubierto en el ropero de la abuela terminará inspirando el icónico de senos puntiagudos que vistió a Madonna en su gira Blond Ambition de 1990. Cuatro años más tarde, diseña los atuendos de Victoria Abril para Kika de Pedro Almodóvar.

Las tendencias y productos que lanza se imponen en el mundo entero, desde la remera marinera a rayas (1983) al perfume presentado en una lata de conserva (1993). En el 2010 crea una colección de muebles para Roche Bobois.

El arte de confundir polos opuestos

Si Yves Saint Laurent vistió a las mujeres como hombres, él vistió a los hombres como mujeres, poniendo a la moda el kilt escocés, porque según él «un hombre no lleva la masculinidad en la ropa, su virilidad está en su cabeza». Hizo desfilar a mujeres veteranas o pasadas de kilos y fue uno de los primeros en integrar abiertamente elementos étnicos a la moda occidental. «Realmente escribió las reglas de un juego totalmente nuevo», comenta Pamela Golbin, encargada del departamento moda del Museo de Artes decorativas de París. «Con su visión de la cultura refinada o popular, de lo masculino y lo femenino, lo nacional y lo exótico, impuso un meting pot cultural al vocabulario» de la moda.

El estilo de Gaultier inspirado en la cultura pop y la vida cotidiana radica precisamente en ese arte de lo ambiguo, que confunde polos opuestos y subvierte los criterios establecidos, aunque sin perder cierta mirada tierna e inocente de la realidad. Según Nathalie Bondil, directora del Museo de Bellas Artes de Montreal, que lo convenció de hacer una muestra sobre su obra que ya fue vista por un millón de personas en todo el mundo, «Jean Paul Gaultier es muy abierto de mente, muy tolerante y dotado de una suerte de empatía con la gente. Él le dice a cada cual: se tú mismo y diviértete con la moda».

Sus desfiles son espectáculos con visos de happening donde siempre irrumpe lo inesperado, con una pizca de provocación. Para su despedida, presentada como la «elección de Miss Jean Paul Gaultier», eligió el decorado del Gran Rex de París, la sala de cine más grande de Europa. Como ocurrió con Saint Laurent -otro iconoclasta-, Jean Paul Gaultier terminó siendo un clásico, tras ochos años de creación para la casa Hermès y su entrada al club exclusivo de la alta costura, la aristocracia de la moda, inaccesible a la mayoría.

La retrospectiva itinerante sobre su carrera creativa recorre actualmente el mundo y terminará con una muestra en el Grand Palais de París en el 2015.

Al anunciar su salida del prêt-à-porter el 15 de septiembre, Gaultier deploró el ritmo frenético que la industria de la moda impone a los diseñadores, dejando poco espacio para la creación. Según Donald Potard, «es muy difícil que alguien se convierta en su sucesor». «Hoy es más difícil llegar con ideas originales, dado que todo el mundo se viste igual y hace sus compras en cadenas de tiendas que venden todas lo mismo en París, Milán o Tokio. Esperemos que la moda vuelva a ponerse de moda y entonces sí pienso que volveremos a ver aparecer sucesores de Jean Paul Gaultier».