Una mujer de O Pino pasó 34 años sin comer a principios del siglo XIX
16 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Josefa de la Torre (1773-1848) solo se alimentó de ostias durante los últimos 34 años de su vida. Las que recibía del cura una vez al mes. Nadie la vio comer ni beber y de su frágil cuerpo no salía ni una sola excreción. Ni orina, ni bilis, ni heces. Permanecía permanentemente postrada en la cama, en una posición fetal inmutable, sin moverse, sin hablar. La figura de la conocida como la Santa de Gonzar, una aldea de O Pino, ha sido recuperada ahora en el libro Arte e ciencia en Galicia. A ilustración científica e técnica, del catedrático Francisco Díaz-Fierros Viqueira y publicado por la Universidade de Santiago. Pero su historia, fascinante y compleja, ya había sido objeto de todo tipo de estudios y debates. No en vano ha pasado a la literatura médica como el primer caso documentado de anorexia.
En realidad sufría una inedia crónica, una forma de ayuno absoluto, según el informe realizado en 1838 por José Varela Montes, la gran figura de la medicina de la época en España y Galicia. El caso de la también conocida como Espiritada de Gonzar fue debatido en 1995 por la sección de Etnomedicina del Museo do Pobo Galego y más tarde fue objeto de un artículo científico por parte de los psiquiatras M. Fuentes Barco, S. García Piñeiro y T. Angosto Saura, del hospital Xeral-Cíes de Vigo.
Josefa de la Torre llevaba una vida rutinaria en Gonzar con sus tres hijos y su suegro hasta que un día de 1808 sufrió un cuadro de paroxismo, desmayos y diarrea tras una discusión con su suegro y una exposición al frío.
El obispo ordenó investigar
A partir de entonces dejó de comer y beber hasta el punto de que sus vecinos comenzaron a considerarla como una santa y en torno a su casa se organizaban excursiones de peregrinos llegados de toda Galicia, Castilla, Asturias y Portugal. Acudían enfermos y locos para que los curase, hasta que el obispo de Santiago, Rafael Vélez, ordenó una investigación.
Primero envió a cuatro curas, luego al Ejército y más tarde al doctor Varela Montes para que estudiasen su caso. Trece días estuvo con ella el afamado galeno y, efectivamente, comprobó que no ingería ni un bocado, ni una gota de agua. Varela Montes descartó que se tratase de una intervención divina y a la hora de explicar su inedia desarrolló una curiosa teoría sobre el proceso metabólico que, según los psiquiatras de Vigo que analizaron el hecho, puede resumirse en una frase: «Josefa no necesita comer porque tampoco consume energía». «La enferma -escribió el médico en un texto recogido en el libro de Díaz-Fierros- sin alimentarse y sin gastarse vive en un círculo de movimiento de partículas nutritivas que se desprenden, son de nuevo elaboradas, descansan?, para volver de nuevo a ocupar el mismo lugar, y así sucesivamente». Del caso también se ocupó el médico de la Corte Logú y Zelada, que expuso su propia teoría y rebatió parcialmente la del médico gallego. Lo que parece claro es que el ayuno de Josefa no fue absoluto. «Se encontraron restos de comida en su cuerpo, por lo que creemos que, de manera muy hábil, debía alimentarse en algún momento del día», apunta el psiquiatra Tiburcio Angosto.