La guerra catódica y culinaria que enfrenta a todas las cadenas y que ya satura y empacha a la audiencia cuenta desde la semana pasada con un nuevo ingrediente. La Sexta programa los lunes, después de la indigesta Pesadilla en la cocina, Cocineros españoles por el mundo, una reposición -fue emitido previamente por el Canal Cocina-, que sirve a la cadena para dar un golpe de efecto y adelantarse al anunciado Fogones lejanos de Cuatro. Los segundos canales de los dos grandes grupos aúnan así en un único formato el inagotable impacto mediático de la gastronomía y el tirón que aún conservan los programas protagonizados por embajadores españoles con ganas de comerse el mundo, aunque sea por necesidad.
Ambos pujarán y repetirán en antena un modelo exitoso: el de conocer las particularidades de otras costumbres, y cocinas, a partir de la cercana mirada de unos compatriotas, con los que la audiencia se siente identificada. Pero, por lo avanzado por Cuatro, su espacio rebajará la imagen edulcorada de este formato, centrado en casos de éxito, al mostrar también a cocineros a los que la estadía exterior no les ha ido bien. La crisis lo impone. Muchos de los que se van, aunque buscan un Eldorado, no son aventureros sino necesitados.