El secreto está en la masa

José Edelstein PROFESOR DE FÍSICA TEÓRICA EN LA USC

SOCIEDAD

09 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Aveces los pronósticos se cumplen. Era inimaginable que los académicos suecos no acompañaran el entusiasmo desatado el 4 de julio del año pasado, cuando el CERN anunció el descubrimiento de una nueva partícula que tiene todos los atributos del bosón de Higgs. Es importante remarcar, no obstante, que no se premió la predicción de la partícula en sí -aún deben medirse con precisión sus propiedades-, sino lo que se conoce como el mecanismo de Brout-Englert-Higgs, responsable de dar masa a las partículas elementales. Dicho mecanismo, una de cuyas consecuencias es la existencia del bosón, es una construcción teórica sencilla y elegante que explica por qué las fuerzas nucleares solo son perceptibles en el interior del núcleo, a pesar de que son de la misma naturaleza que la fuerza electromagnética, cuyo alcance es infinito. Dentro de poco más de dos semanas se verán las caras nuevamente en Oviedo, cuando reciban el premio Príncipe de Asturias. Más tarde lo harán en Estocolmo, y es fácil prever que en muchos otros sitios. Es un buen momento para que estos dos hombres, tan distintos y que hasta el 2012 nunca se habían encontrado, comiencen a pensar en tejer una amistad. Englert es extrovertido. Jovial y risueño. Se mantiene activo y entusiasta, lidiando con los temas de frontera de la física teórica, en los que realizó contribuciones de relieve. En noviembre del año pasado celebró sus 80 años. Se hicieron presentes Gianotti e Incandela, voceros de los experimentos del CERN que realizaron el hallazgo, para ayudarle a empezar a saborear las mieles del logro alcanzado. Higgs es reservado. Humilde y bonachón. Un hombre de 84 años, solitario y austero, que abandonó la investigación cuando consideró que no tenía nada más que decir. Nunca vaciló en reconocer la primacía del trabajo de Brout y Englert. El año pasado me confesó que ante una llamada de Estocolmo era probable que no atendiera al teléfono, porque no suele hacerlo cuando llaman desconocidos. A juzgar por el retraso de una hora en el anuncio del premio Nobel, ¡cumplió con lo anunciado!