Castaño se acaba de casar otra vez justo antes de declarar por estafa

SOCIEDAD

La nueva boda de la viuda y el desnudo de una sobrina tiñen de rosa el legado del escritor

01 sep 2013 . Actualizado a las 17:21 h.

En los doce años que pasó con Marina Castaño, Camilo José Cela vivió una transformación. Cambió su imagen de señor serio de la derechona conectada sin reparo con el Franquismo por la de un personaje de papel cuché habitual de la prensa del corazón. Y ya no ha podido abandonar ese bucle rosa. Lo último ha sido que una sobrina del escritor, Belén Roca, ha posado desnuda para la revista Interviú. La marinense ya había dado que hablar tras su paso por el programa de Telecinco Mujeres, hombres y viceversa. «A mi tío le habría encantado la portada, a Marina Castaño no tanto», aseguró.

La viuda de Cela tampoco ha hecho nada por dejar de ser carne de portada de revista del corazón. El pasado mes de junio se volvió a casar con el doctor Enrique Puras en la casa del selecto barrio madrileño de Puerta de Hierro en la que vivió con el escritor. El reportaje fue exclusiva, probablemente pagada, de la revista Hola.

La nueva boda de Marina Castaño no es un simple enlace de una persona que tiene todo el derecho del mundo a rehacer su vida tras el fallecimiento de su esposo. Tiene consecuencias legales. El deseo póstumo de Cela fue que su viuda, que era 40 años más joven que él, perdiera todos sus honores si volvía a unirse a otro hombre. Si se respetan los deseos del premio nobel, tendría que dejar de ser miembro nato del patronato de la Fundación Cela, de la que sigue siendo presidenta de honor. También perderá el título de marquesa viuda de Iria Flavia, que dicen los que la conocen que le gusta tanto utilizar que acostumbra a omitir la apostilla de viuda para anunciarse como marquesa, cuando no lo es, ya que el marqués de Iria es el hijo del autor de obras maestras como La Colmena y La familia de Pascual Duarte.

El evidente rechazo que a Cela le producía en vida pensar en que su mujer volviese a casarse cuando él faltase se habría transformado en ira si pudiese haber visto el enlace, en el que Castaño le cantó el Pienso en ti a su nuevo marido, del que dijo en voz alta ante los invitados: «Pensaba que el hombre perfecto no existía y sí existe y estoy con él». Una sentencia que no deja en buen lugar a su anterior marido, con el que compartió doce años de vida.

Ese manto rosa en el que Marina Castaño ha querido envolver su vida tras la muerte de Camilo José Cela no tiene tela suficiente para escapar del negro de los nubarrones que acechan su futuro. Está a la espera de que le llamen a declarar por su gestión en la Fundación Cela. Tanto ella como el que fue gerente de la entidad hasta el 2010, Tomás Cavanna, han sido imputados a instancias de la fiscalía por los presuntos delitos de malversación de caudales públicos, estafa, apropiación indebida, estafa y fraude fiscal.

La investigación bebe de las averiguaciones de Lola Ramos sobre el supuesto trasvase de dinero público de subvenciones a sociedades interpuestas de Castaño y Cela utilizando la fundación. Entre ellas, grandes cantidades de dinero procedente de devoluciones del IVA a las que no tendrían derecho. Las pesquisas han destapado desmanes como que varios asalariados de la fundación trabajaban en realidad como personal al servicio, incluso doméstico, del matrimonio.