Saab, Valentino y Gaultier desfilaron en la pasarela de la Alta Costura
04 jul 2013 . Actualizado a las 13:34 h.El universo surrealista y onírico del cineasta italiano Federico Fellini y la figura del payaso blanco inspiraron la colección del francés Jean Paul Gaultier, presentada ayer, penúltimo día de las pasarelas de Alta Costura de París. El desfile del ex chico malo de la moda francesa recreó un ambiente circense, proponiendo un armario lúdico, cálido y sexy para el otoño e invierno próximos.
La colección incluyó muchas pieles, plumas y cueros, que Gaultier utilizó en largos y ceñidos trajes y amplios pantalones, abrigos y capas, que llevaban nombres de heroínas de cine, como Nikita, Ninotchka, Cruela De Ville, Lili la Tigresa y La Reina de los hielos.
Las modelos, que desfilaron al ritmo de La Pantera Rosa y de temas de Nino Rota, que compuso música para Fellini, iban peinadas con altos moños o tocadas con pequeños sombreros cónicos blancos, como los de los póeticos y a veces patéticos payasos retratados por el legendario cineasta italiano.
La jornada de la Alta Costura estuvo marcado también por los desfiles de Elie Saab, Frank Sorbier y Valentino.
La casa del modisto italiano ofreció una colección cohesionada, en colores neutros y muy ponible para el día. Para la noche Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Picciolo dejaron más espacio a la imaginación, aunque sin salirse de los tonos oscuros, telas ricas y mucho brocado; las modelos parecían vírgenes bizantinas.
En cuanto al modisto libanés, creó una colección enteramente bordada en cristales y pedrería, digna de princesas modernas. Los bordados de algunos de los vestidos -en tonos de piedras preciosas, como rojo rubí, verde esmeralda, azul zafiro y gris perla- llevaron más de mil horas de trabajo, indicó la casa de moda libanesa.
La pasarela de Sorbier -que se celebró en los hermosos jardines de la Embajada de Suiza en París, que despedían un suave aroma a rosas- llevó a sus invitados al Medioevo.
El modista francés se inspiró para este desfile en el Libro de las horas, manuscritos ilustrados de la Edad Media, cuyas estampas de artistas primitivos -flamencos, italianos, españoles, franceses y alemanes- descubrió un día en una galería.
Sorbier, verdadero artesano de la moda, que sabe hacer todo él mismo, ofreció trajes majestuosos, bordados ricamente en seda y pieles troqueladas.
El desfile, un espectáculo lento y dramático como una película, se abrió con un largo vestido en encaje negro y seda, acompañado por una mantilla negra y altas botas. La colección de Sorbier incluyó largos abrigos bordados en terciopelo y brocado, con chalecos bordados en oro y perlas de madera multicolores, presentados por blancas y rubias modelos, una de ellas acompañadas por dos canes aristocráticos.