Una decisión que deja huella

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto EL QUID

SOCIEDAD

12 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Incluso para un papa es difícil pasar a la Historia si eres el sucesor de alguien tan carismático y que dejó una huella tan profunda como Juan Pablo II. Benedicto XVI ha conseguido con su renuncia que todos los focos se vuelvan hacia Roma, como ocurrió hace ocho años con el óbito de su predecesor en la silla de Pedro. Su trascendental decisión, asumiendo que la edad hace mella en todo el mundo, contribuye a dar una imagen más moderna de la Iglesia católica, de la misma manera que la reciente abdicación de Beatriz de Holanda mostró que una institución tan anacrónica como la monarquía puede dar ejemplo de coherencia con los tiempos que corren. Tampoco vamos a exagerar: Ratzinger no ha rejuvenecido la Iglesia y deja muchos frentes abiertos, como el papel de las mujeres, la posición sobre las relaciones sexuales o el uso del preservativo en esta olla a presión demográfica que es el planeta Tierra.

Para los fans de Dan Brown hay muchas otras teorías válidas sobre su renuncia (conspiraciones, presiones, chantajes...), y después del episodio del mayordomo espía nadie duda de que la realidad supera a la ficción. También hay quien pensará que se trata de otra gran operación de márketing vaticano, y no le falta razón porque, ¿qué puede haber mejor que tener un papa? Tener dos.