«Nos casamos un año antes por si derogaban la ley», dicen Óscar y José
07 nov 2012 . Actualizado a las 04:00 h.El pleno del Tribunal Constitucional (TC) confirmó ayer la validez de la ley del matrimonio homosexual aprobada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero en el año 2005. Rechazó así el recurso interpuesto en su día por el PP por una supuesta violación de 7 artículos de la Constitución, que dejó a los 25.000 homosexuales que se casaron durante ese tiempo en España -unos mil en Galicia- en una situación de incertidumbre y temerosos de una derogación.
La demora del TC en el fallo (siete años) tuvo una consecuencia clara en la comunidad: aceleró un gran número de bodas gais. Es el caso de Óscar Beceiro, veterinario, y José Antonio Barrio, autónomo. Iban a casarse «en agosto de este año», pero lo hicieron doce meses antes por si derogaban la ley».
Ahora respiran tranquilos. La ley del matrimonio homosexual «nos equipara al resto del mundo porque legaliza nuestra situación», destaca Óscar, pero «la realidad social es diferente». «Decir que tienes derecho a casarte es fácil, pero casarte realmente ya es otro cantar», matiza José Antonio.
Se refiere «al rechazo a los homosexuales y a la homofobia» que -prosigue Óscar- todavía se observan «en nuestra sociedad». Un rechazo que a veces empieza en la propia familia o en los amigos. «Nosotros somos unos privilegiados -prosigue-. Pudimos celebrar una boda en el Registro Civil y organizar un pequeño banquete, pero hay muchos gais que no dan el paso porque casarse significa contárselo a la familia y a los amigos, y no es posible». Eso explica el bajo número de matrimonios homosexuales que se celebran en Galicia.
La pareja tiene una niña de un año y medio. «Tuve a mi hija biológica con una amiga con la que ahora comparto la custodia», se enorgullece Óscar. En esa relación de doble paternidad, José Antonio figura como el padrino de la niña. Esta situación familiar tan específica les obliga a veces, dice, a «un esfuerzo especial de integración». A la gente «le cuesta mucho trabajo entender» que también son una familia, y así llegan los inevitables «comentarios y cuchicheos», producto de un evidente desconcierto.
Los gais gallegos valoran su libertad para casarse, pero echan de menos una «libertad social real» que, en palabras de José Antonio, es sobre todo una cuestión «educativa».
«Tuve a mi hija biológica con una amiga con la que ahora comparto la custodia»
Óscar Beceiro