José Luis Moreno: «Soy muy feliz porque tengo hijos, nietos...»

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El parque de Santa Margarita, en A Coruña, es uno de los lugares a los que va este jubilado.
El parque de Santa Margarita, en A Coruña, es uno de los lugares a los que va este jubilado. paco rodríguez< / span>

La jubilación no lo ha encerrado en casa. Porque la receta para no bajar el pistón al dejar la vida laboral es hacer cosas

21 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Jubilarse no implica poner punto y final a la historia de la vida activa. Eso lo sabe bastante bien José Luis Moreno, un prejubilado de banca que supo llenar el vaso del tiempo con unas gotas de estudio, otras de colaboración con diferentes entidades de A Coruña, atendiendo a los nietos, poniendo un grano de arena aquí y otro allá. Aunque no es de los afectados por las últimas oleadas de prejubilaciones en el sector (hace unos cinco años que dejó el trabajo), sabe bien lo que es echar el freno de repente. «En el momento en el que uno se jubila después de haber tenido mucha actividad queda un vacío en el cerebro que es preciso llenar», dice.

No es de los que se quedó en casa descansando. Lo primero que hizo para mantener la mente en marcha fue estudiar. Por eso acabó matriculándose en la Universidad Sénior. Fue hace cinco años. Ahora ya está graduado, pero como apunta, todavía continúa cursando otras materias.

Aprender le gusta mucho. Y tal vez por eso también se apuntó a los talleres que organiza el Forum Metropolitano de esa misma urbe. E incluso ha llegado a ir más allá. En ese afán por ocupar el tiempo, por sentirse útil, hasta ha hecho de extra en varias películas rodadas en la comarca de A Coruña.

«Actué por ejemplo en Un buen hombre, con Emilio Gutiérrez Caba y Tristán Ulloa», recuerda con orgullo. Y no para de hablar. Lo que cuenta transmite optimismo hasta en la distancia larga. Porque lo que reivindica es que no hay que estar quieto ni un segundo.

La receta que da para los que estén prejubilados o jubilados es no dejar que el aburrimiento cruce la puerta de casa. «Conozco gente que lo que hacía era levantarse tarde, leer el periódico, ir a los chatos, comer, dormir y a jugar el dominó y luego llegaban tan cansados a casa que no querían ir a pasear con la esposa; eso no es bueno», explica.

Pero además disfruta de las pequeñas cosas que le ha dado la vida. Da las gracias a su mujer por haberle ayudado tanto, a sus nietos por darle alegría... Como abuelo son varias las veces que los pasa a recoger al salir del colegio o queda con ellos algún día. No hay que desear grandes cosas para tener toda la felicidad del mundo. Por eso concluye que es «muy feliz porque tengo familia, hijos, nietos... ».

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