En su respuesta parlamentaria del pasado marzo al diputado Daniel Varela-Suanzes, la Consellería de Medio Rural dice que, tras reconocerse oficialmente los primeros casos en el Avia (Ourense), elaboró un plan de choque con la mencionada toma de muestras y el marcado de los árboles con decaimiento. La Dirección Xeral de Produción Agropecuaria también toma muestras en viveros para ver una posible relación del hongo con plantones de ameneiro. Entre las medidas que han puesto en marca está la paralización provisional de las cortas y podas hasta verificar el grado de extensión de la plaga. La Confederación Hidrográfica Miño-Sil tampoco da permisos de corta. El saneamiento de árboles afectados se hará en el período de parada vegetativa, adoptando las prevenciones adecuadas para no diseminar más esporas.
Las obras los perjudican
Ahora toman muestras y se marcan árboles con síntomas para reconocerlos cuando se produzca la caída de la hoja. El hongo invade los vasos por los que circula la savia, amarillean las ramas y aparecen podredumbres en el tronco. Los árboles acaban secando y desplomándose sobre el cauce. En un principio no se le prestó demasiada atención, porque los alisos no se consideran una especie forestal explotada, y ahora, a pesar de la urgencia, falta consenso sobre cómo atajar la mortandad. Dado que el hongo está en el suelo, una opinión apunta a que invade el árbol por la raíz y conviene arrancarlo y quemarlo para cortar la infección. Otros, basándose en experiencias europeas, creen que basta con cortar el tronco dañado y esperar a que rebrote sano. Este último diagnóstico apunta a que las esporas viajan por el agua, amplificándose los efectos por las crecidas invernales, que dejaron heridos los ameneiros. Y se sospecha del papel negativo de obras para construir paseos artificiales y áreas fluviales, con la remoción de tierras, desbroces agresivos o la eliminación de vegetación autóctona. Incluso se sospecha de la plantación de alisos foráneos infestados.