Tras los límites de la muerte digna

SOCIEDAD

Expertos en bioética, doctores, juristas y teólogos analizan en el foro sanitario del Colegio de Médicos de A Coruña la regulación legislativa en torno al final de la vida

01 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El primer foro sanitario del Colegio Médico de A Coruña dejó ayer pequeño el auditorio de la Fundación Caixa Galicia, donde muchos siguieron de pie las más de dos horas de intervención en torno a un tema al que nadie, nadie, es ajeno: el final de la vida. Con apoyo de la UIMP y la Consellería de Sanidade, la entidad que preside Luciano Vidán sentó en una misma mesa visiones y argumentos bien distintos: Pablo Simón, miembro del Comité de Bioética y asesor de la ley andaluza sobre derechos, deberes y garantías de la dignidad en la muerte; Mario Iceta, médico y obispo auxiliar de Bilbao; Miguel Ángel Cadenas, presidente del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia; y José Ramón Amor Pan, teólogo y experto en Bioética.

Fue Simón el primero en mencionar una de las palabras que, junto a dignidad, libertad, información y autonomía o autodeterminación personal más se repitieron: confusión. Y fue también el primero en recordar que la polémica en torno a los límites de elegir la propia muerte «hay que agradecérsela a un gallego, Ramón Sampedro», ya en 1995. Su vida llevada al cine por Amenábar, Mar adentro , puso de nuevo sobre la mesa la discusión sobre las maneras de morir, reavivada después en la actualidad del 2005, con las sedaciones de Leganés o el caso de Inmaculada Echevarría, que pidió, y logró, que la desconectasen de la ventilación mecánica.

Pidió Simón claridad para diferenciar suicidio asistido de conceptos como limitación del esfuerzo terapéutico, rechazo al tratamiento y sedación paliativa, porque «la muerte digna es mucho más amplia que la eutanasia», y defendió leyes como la andaluza como marcos para la reflexión «desde la ética civil y posibilitando acuerdos con propuestas religiosas».

Frente a él, José Ramón Amor Pan consideró «innecesaria» la legislación, que atribuyó a intereses políticos, y reclamó una «pedagogía de la vulnerabilidad» que garantice la prestación de cuidados integrales al que llega a la recta final.

Mario Iceta declaró su su intención de «hablar como médico, sin argumentos religiosos», para defender el buen morir no como un fenómeno personal, sino «un acto interpersonal», reivindicar la medicina paliativa y enmarcar en la mala praxis la obstinación terapéutica y la eutanasia, aunque no la sedación paliativa. «Es lícita y no lo es de ahora -apuntó-, el Papa Pío XII ya lo dijo en 1957».

Como presidente del TSXG, Cadenas se centró en la ley, desde la propia Constitución como aval de que «toda persona goza de potestad sobre sí mismo, también sobre el hecho de morir», hasta el artículo 143 del Código Penal, que recoge la eutanasia activa como delito. Se extendió el jurista en su materia, un mar que hoy -anoche quedó de nuevo claro-, sigue reflejando la difícil conciliación del derecho a la vida cuando se vuelve un deber. «La libertad lo adjetiva todo», dijo. Y añadió: «Dentro de cada uno tenemos las respuestas en torno a nuestra vida y, desde luego, a nuestra muerte».