-¿La nueva vía es permitir que un dependiente sea lo más libre posible?
-En general entendemos que una persona con discapacidad no tiene por qué ser útil. Está bien que se les vea como un colectivo a la hora de reivindicar derechos, pero los discapacitados como tales no existen. Son muchas personas diferentes y singulares, y muy capaces de hacer muchas cosas aunque en otras necesiten ayuda. Por eso hay que empoderarlos, es decir, darles poder, dejarles decidir en la medida de sus posibilidades. Me contaban desde una asociación lo orgullosos que se sentían al ver a ese atleta que lleva zancos [Oscar Pistorius], porque la gente se quedaba ante la televisión viéndolo, no lo escondía o hacía como que no existiese.
-Pero al llegar a una residencia, por ejemplo, a la gente mayor se la trata como a niños inútiles.
-Sí, no está bien en muchos casos, pero para eso hay que dar un salario digno. Hablamos de la función de las familias y del Estado, pero nos olvidamos de los cuidadores. ¿Quién cuida a los cuidadores? Trabajar con discapacitados es pesadito. No son como niños que hacen monerías y van creciendo; ellos empeoran.