Entre valores e incertidumbre

Andrés Precedo Ledo CATEDRÁTICO DE GEOGRAFÍA HUMANA DE LA USC

SOCIEDAD

ALBERTO ESTÉVEZ

Valencia apostó para su desarrollo por infraestructuras estrella y el diseño arquitectónico de grandes edificios, pero el proyecto adolece de un planeamiento urbanístico meditado

03 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

La capital levantina recorrió el siglo XX ocupando el tercer lugar de las áreas metropolitanas españolas por el número de habitantes. Sin embargo, así como el año 1991 marcó el punto de salida para Sevilla, Barcelona y Bilbao como las nuevas ciudades de referencia de una España moderna, en la ciudad de las fallas se generó el sentimiento de quedar postergada entre las ciudades emergentes españolas. Y no es porque no hubiera demostrado su carácter emprendedor y modernizador para adaptar la ciudad tradicional a los nuevos modelos urbanos de la cultura y tecnología. Ya anteriormente en aquella fecha había destacado por tres iniciativas innovadoras. El parque tecnológico fue uno de los primeros de España, y adoptó un modelo de centros de investigación institucionales aplicados a los clústeres sectoriales formados por una densa red de medianas empresas, con el fin de hacer más competitivas y exportadoras a las actividades manufactureras tradicionales. Otras ciudades siguieron después el modelo. En segundo lugar el IVAM, que se convirtió en referencia para otros centros de arte contemporáneo. Finalmente, la construcción del Palau de la Música introdujo a la ciudad en la red de ciudades culturales. Proyecto más ambicioso Pero precisaba un proyecto de ciudad más ambicioso, que pudiera equipararse a los de las otras grandes metrópolis, para resituarse en el reforzado eje mediterráneo y así optimizar sus posibilidades. En 1995 se redactó un plan estratégico, que puso el énfasis en la cooperación, la participación y la sostenibilidad. El plan era un compendio de los objetivos convencionales de este tipo de documentos, pero a diferencia de otros, contaba con una fuerte voluntad política. Ya la primera evaluación en 1998 mostró un alto grado de cumplimiento. Por esa razón se añadieron nuevos objetivos, encaminados a reforzar el liderazgo de la ciudad con base en los mismos valores, pero desarrollándolos y actualizándolos. Se creó para ello un Centro Estratégico y después una comisión de márketing urbano para vender el nuevo proyecto de ciudad y mejorar su posicionamiento. Estos eran los nuevos objetivos: hacer de Valencia una ciudad avanzada del conocimiento, un centro direccional del Mediterráneo, una ciudad convivencial y sostenible, educadora de vanguardia, solidaria y una ciudad que fuera referente en la gobernabilidad urbana. Una estrategia que tiene como horizonte el año 2015 y que en la primera fase se centró en optimizar el impacto económico, social y mediático de la Copa América (2004-2007); y en la segunda, consolidar a Valencia como ciudad avanzada del conocimiento y centro direccional del Mediterráneo. Todos estos objetivos se materializaron en dos grandes actuaciones integradas: la Ciudad de las Artes y las Ciencias y la apertura de la ciudad al mar. La discutida obra de márketing arquitectónico del primer proyecto siguió en sus contenidos el modelo de los museos científicos coruñeses, pero con menos sensibilidad ecológica y científica. Este recinto temático culminará con un ambicioso proyecto constructivo de rascacielos de diseño para cerrar la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, para aspirar la ciudad, o mejor su alcaldesa, a convertir Valencia en ciudad líder de la arquitectura mundial. Una idea centrada en el arquitecto valenciano Calatrava que ha trasladado a la ciudad su taller parisino para reforzar esa idea de excelencia arquitectónica. El otro punto fuerte del modelo es el nuevo puerto, con la recuperación, primero, del frente litoral de la playa urbana de la Malvarrosa, cono soporte para un proyecto residencial especulativo que terminará por eliminar la herencia patrimonial que el frente marítimo popular atesoraba. A esta actuación inicial siguió la regeneración del antiguo puerto del Grao con ocasión de la Copa América, una oportunidad que la ciudad supo captar inteligentemente. La tercera parte fue la construcción del nuevo puerto y la plataforma logística que ha sobrepasado el domino portuario barcelonés en la fachada levantina. Paralelamente, las nuevas infraestructuras y la ocupación masiva y especulativa del frente marítimo fue destruyendo los espacios naturales y agrícolas tradicionales, que buscan nuevos espacios en áreas interiores, que carentes de agua esperaban la del Ebro para ampliar todavía más un urbanismo que nada tiene que ver con la sostenibilidad que el modelo de ciudad preconiza. Más aún, la incertidumbre que se cierne sobre la planta de automóviles de Almusafes (Ford) introduce un elemento más de riesgo en un proyecto de ciudad que tal vez adolezca de un planeamiento urbanístico y económico no bien meditado, y que apostó por las actuaciones estrella. Valencia diseña su futuro de acuerdo con los valores, pero que gestiona el presente con una discutible visión estratégica del futuro socioeconómico de la ciudad, que puede ahogar los objetivos de participación y autoidentificación de los ciudadanos, que inicialmente parecían como valores diferenciales del plan de Valencia. ? ? ? ?