Están locos estos británicos

Alba Díaz-Pachín

SOCIEDAD

MICHAEL STEPHENS

30 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Hoy quería empezar la sección con algo simpático, y Emma Thompson y su compatriota el primer ministro Tony Blair me lo han puesto en bandeja. La actriz y ex de Kenneth Branagh regaló ayer esta mueca a los fotógrafos que la esperaban en Berlín, donde ha ido a promocionar su última película. Está claro que a Emma no le importa nada hacer el payaso o afearse. En el filme, que se llama Nanny McPhee y que aquí llegará con el título de La niñera mágica , una irreconocible Thompson hace de protagonista gorda, con nariz prominente y dentadura indescriptible. Como en el rodaje trabajó con seis niños, quizás se le ha pegado lo de las muecas. Y en una, aunque sin querer, pillaron ayer a Blair. Miren qué perfil mientras sopla por ese tubo de cartón. El inquilino del 10 de Downing Street planea una reforma sanitaria y quiso predicar con el ejemplo: prometió acercar la sanidad a los británicos y ayer visitó en persona un centro médico y se hizo un test para comprobar cómo anda de pulmones. Supongo que no tuvo que esperar mucho por los resultados. Moss, hija pródiga Y no salgo del Reino Unido, aunque ella sí lo hizo hace meses. Kate Moss no volvió a casa por Navidad, pero parece que lo va a hacer esta misma semana. Según el Evening Standard , la modelo ha accedido a regresar para ser interrogada sobre su supuesto consumo de drogas. De ser cierto, Moss pisará suelo británico por primera vez desde su espantá tras la publicación, en septiembre, de unas fotos en las que parecía esnifar cocaína con su novio de entonces, el cantante Pete Doherty . La policía sólo quiere conocer su versión y, de paso, que les diga quién era el proveedor. Si Kate es buena, todo podría quedar en una simple amonestación. Si no declara, se expone a diez años de cárcel por posesión de drogas duras. Vaya dilema. Este país es un filón. Resulta que ahora es posible, según el diario Daily Express , que agentes del MI6, el servicio exterior de espionaje británico, entrasen en la morgue parisina a la que llevaron los cuerpos de Diana de Gales y Dodi Al Fayed tras el fatal accidente ocurrido en agosto de 1997 y alterasen las pruebas. El periódico asegura que se pudieron manipular las muestras de sangre del chófer para hacer creer que había bebido alcohol. La muerte de Lady Di parece la historia de nunca acabar. Precisamente uno de sus amigos, Giorgio Armani , va a ser el que ponga fin a la crónica de hoy. El diseñador llevó el domingo la antorcha olímpica por Milán y tuvo que quitarse su sempiterna camiseta negra y meterse dentro de, ¡sacrilegio!, un chándal, y encima blanco y naranja. «Yo no lo habría diseñado con esos colores. No son invernales, son un poco mexicanos», dijo Armani. Bueno, quizá nadie le haya dicho aún que su bronceado parece sacado de Cancún.