28 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

¿PUEDE USTED pasar las navidades sin perder los nervios? Le felicito. El negocio es difícil. ¿Pero no eran unas fiestas hogareñas? ¿En plan tranquilo? Qué va. Ese es el anzuelo. El gancho. ¿Pruebas? Vale. ¿Por qué hay muñecos de Papá Noel trepando por las ventanas de los pisos? ¿Van a atracarlos? ¿Por qué todo el mundo manda por móvil los mismos mensajes de felicitación? ¿Por qué el súper parece un manicomio? ¿Y la cajera una psicópata? ¿Qué tiene el Año Nuevo para recibirlo con chaqué, fajín y pajarita? ¿Por qué te canta un villancico en la escalera esa bruja de vecina que te odia el resto del año? ¿Por qué tienes que comer el triple de lo habitual? ¿Por qué ponen siempre en la tele las películas de Paco Martínez Soria? ¿Y un especial de Cruz y Raya? ¿Por qué tu tío te cuenta lo mucho que te quería de enano? ¿Qué pasa? ¿Ahora de mayor eres escoria y ya no te tiene aprecio? ¿Por qué los juguetes que cuestan una pasta son tan difíciles de montar? ¿Por qué desaparece tu ahijado bajo una montaña de regalos en Reyes sin hacerte ni caso? ¿Y por qué has olvidado ya lo que le compraste el año pasado? ¿Y si sigo con esta retahíla de preguntas? Pues pareceré el Grinch. Y no es el caso. Que a uno la Navidad le gusta. Mucho. Pero cada vez es más difícil encontrarla. Igual es que la disfrazamos. Tanto que acaba por parecer otra cosa. ¿Un negocio? ¿Una rutina? ¿Un espejismo? Ojalá que no. Paz. Salud. Y mucha calma.