Túneles

La Voz

SOCIEDAD

27 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

SENTADA EN la silla del dentista, con la boca abierta y la mirada fija en el tentáculo de la luz, es imposible no acordarse de Jack Nicholson, que, en la primera versión de Little shop of horrors , pedía que le sacasen las muelas sin anestesia y sonreía. Sí, quiero escribir una columna sobre el año que se acaba (un año catastrófico en cuestión de muertes y matanzas, ya lo saben) pero mi cabeza se va por los cerros de Úbeda. Pienso, por ejemplo, que, si uno agujerea las encías de cualquier ciudadano de a pie, es posible que desemboque en los pasadizos del metro o en las alcantarillas del mundo conocido. O, por ejemplo, que, cuando se pone a llover torrencialmente, y una está sentada en la silla del dentista, nunca está de más dedicarle un recuerdo a esas tribus oscuras que viven en calles subterráneas, regadas por corrientes de deshechos. Atanasius Kircher dijo que los mares están intercomunicados y la tierra horadada por pasadizos navegables. No en vano, el peñón de Gibraltar está hueco y en el metro de Madrid viven familias enteras y hasta ejércitos de animales mitológicos. Y, ya que me tientan, yo confieso que es posible penetrar en Australia a través del agujero de mi muela. Además, en París, hace dos jueves, la policía desmanteló, debajo de Étoile, un enorme cine clandestino. ¿Cómo se accedía a ese espacio fantasmagórico? Pues, es posible que las cañerías y los canales navegables y el vasto océano de la red de redes desemboquen con su magma de basura existencial en ese cine.