Desnudos en la montaña rusa

Alba Díaz-Pachín | alba.diaz@lavoz.es

SOCIEDAD

HOWARD SAYER

21 may 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Batir récords tiene cada vez más mérito. Al paso que vamos, pronto no quedarán hazañas para innovar ni cosas raras por hacer. Ni conducir al polo norte con un pingüino apuntando con una ballesta, como en el anuncio. Pero aún así la gente lo sigue intentando. Ayer, casi un centenar de estudiantes británicos batieron el récord del mayor número de gente desnuda que dio una vuelta en una montaña rusa. Fue en el parque Torpe, de Surrey, en una atracción llamada Nemesis Inferno . Al final los organizadores consiguieron sumar un total de 81 calurosos voluntarios que sólo se dejaron puestos los zapatos para el viaje. También en las formas de hacer el Camino de Santiago se puede innovar de muchas maneras. Bastante sorprendente es la de Vicente Hidalgo , que es el propietario de cuatro dromedarios con los que realiza la Ruta Jacobea desde Roncesvalles. Los animales se llaman Mora, Pamela, Lucrecia y Rubia y proceden de Lanzarote. La comitiva se encontraba ayer en la provincia de Burgos y se la espera por tierras compostelanas alrededor del 10 de junio. No es una novedad que los políticos se dedican en sus escaños a las cosas más variopintas durante las sesiones. Pero hay algunas que levantan ampollas, como la que ayer protagonizó en Alemania el portavoz de Asuntos de la Mujer del grupo parlamentario liberal del estado de Hesse. A Florian Rentsch lo pillaron hojeando un ejemplar de la revista Playboy durante una sesión plenaria, lo que causó indignación en muchos sectores. El comportamiento de Rentsch, de 29 años, «es un puñetazo en la cara de todas las mujeres», escribe un grupo de diputadas en una carta abierta al joven liberal. «¿Cuál es la posición del señor Rentsch ante la completa explotación sexual de mujeres y chicas?», preguntan. Lo peor, o lo mejor, del asunto es la excusa que puso el acusado. Adujo que, obviamente, la revista no era para él, sino para un colega de escaño convaleciente. Menos mal que no se le ocurrió argumentar que se estaba documentando para su labor de defensa de las mujeres. El diputado alemán no es el único que se ha mentido en un lío por sucumbir a las tentaciones del erotismo. Un ejecutivo de Nueva York se despertó con dos dolores de cabeza tras una noche de juerga con dos amigos en un bar de estriptís: el de la resaca y el de una factura de 28.000 dólares (más o menos igual en euros). El cabaret, de nombre Scores, afirma que Mitchell Blaser , jefe financiero de la delegación norteamericana de la compañía de seguros Swiss Re, pidió cinco botellas de champagne Clos du Mesnil por un valor total de 16.000 dólares, pagó a las bailarinas otros 7.000, comió y bebió por valor de 1.020 dólares más y, satisfecho por el trato, dejó al final una generosa propina de 4.000. Blaser ha presentado una denuncia argumentando que gastó «sólo» 2.000 dólares y que el cabaret le presentó una cuenta de 8.615 con la que ya expresó su desacuerdo aquella misma noche. Cuando le llegó el extracto de su tarjeta de crédito, la factura ya había subido a 28.000.