Homenaje al emperador Armani

Alba Díaz-Pachín

SOCIEDAD

FRED PROUSER | REUTERS

10 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

De Armani se podrán decir muchas cosas. Se puede hablar de su arrogancia, de sus desbarres sobre su presunta aversión al lujo, de sus controvertidas opiniones políticas de... yo que sé. Pero está claro que Armani es un genio y que su poder en el mundo de la moda y, en general, en el mundo del glamur, es omnímodo. Así lo debieron pensar los promotores del Rodeo Drive Walk of Style , que es una agrupación de notables que pretende impulsar un nuevo polo de atracción mediática en el entorno de Hollywood. Y su primer homenajeado, por supuesto, ha sido Giorgio Armani. Como ven, la potencia del diseñador sacó de sus madrigueras a personajes que están lejos de ser habituales de las fiestas de la industria. Sofía Loren, Jodie Foster, Michelle Pfeiffer, Angélica Huston, Diane Keaton y muchas otras y otros acudieron a rendir pleitesía al emperador Armani que, desde luego, no se desmarcó de su clásica camiseta y pantalón negros, quizás para hacer honor a eso de que la elegancia verdadera se lleva dentro. Quien no parece muy convencida de ese aforismo es Glynis Barber , una actriz británica que se ha negado a desnudarse en su interpretación de la señora Robinson para El Graduado . El caso es que el teatro que ha contratado el espectáculo está dispuesto a cancelarlo si Barber no se muestra enteramente desnuda, como en su día lo hicieron Jerry Hall o Kathleen Turner , en las aclamadas adaptaciones que se representaron en Londres la temporada pasada. De hecho, el director del teatro ha apelado al gancho de esa escena, en la que la actriz sale del baño con una toalla y se desprende de ella, quedando desnuda durante 20segundos, para justificar la rescisión del contrato si no se garantiza el desnudo. De momento, la actriz ya ha aclarado que la toalla se quedará en su sitio, así que los potenciales espectadores del teatro, ubicado en Southend, al sureste de Inglaterra, no verán el desnudo y, probablemente, ni la toalla. No sé si alguno de ustedes jugó el pasado mes de marzo a la lotería de Florida. Por si lo hicieron, es mejor que no miren el boleto, porque tal vez sea el que recibió un premio de 50 millones de dólares que, como nadie ha reclamado, ha pasado a las arcas de la organización de loterías de ese estado. Ahora ya pueden imaginarse ustedes cuántas cosas podrían hacer con 50 millones de euros y qué extraña razón podría llevar a nadie a no reclamar semejante premio. A mí sólo se me ocurre una: perder el boleto. Lo cual, por otra parte, sería un excelente motivo para darse, cuando menos, un par de autobofetadas.