Protesta en Brasil Son increíbles, estos chicos de Greenpeace. Hasta a mí, que ayer estuve de boda, o de superboda, me sorprendió esta fotografía. Querían llamar la atención ante los tímidos resultados de la cumbre de Johannesburgo. Y se fueron a Río. En fin. Más de la boda No me gusta dar envidia a mis lectores pero esta vez tengo que decirlo así. Estuve en primera línea de valla. Sí, sí valla. Lo ví todo, en vivo y en directo, uno por uno devoré el desfile de todos y cada uno de los invitados de la boda de A. A. con A. A en El Escorial. Eso sí, me tocó esperar, empujar (lo confieso) pero vi a Miranda , que por una vez no iba de blanco, sino de Óscar de la Renta ; a Isabel Preysler , que parecía que se casaba ella, porque no paraba de saludarnos, igual que Soledad Becerril . Lo que no llegué a ver fue el saludo de Isabel con su ex, J ulio Iglesias , si es que lo hubo. Pero si sucedió tal cosa, ya era en el recinto exclusivo del ágape y, compréndalo, una no hace milagros. Anita Aznar feliz y la mamá, que por una vez, a mí gusto, iba muy bien. Los que me dieron pena fueron los pobres pajes. Iban un poco repollines de más. Las niñas con esas lazadas almidonadas, parecían cajas de bombones. Harrison Ford en Madrid Pero como no se puede tener todo, tuve que elegir entre la boda del año y el hombre de mi vida. Y los jefes eligieron por mí. Me quedé sin ver a Harrison Ford que ayer estuvo, con la inseparable y pegajosísima Calista , presentando su última película, K-19 , en la que hace de ruso bueno en la guerra fría. Y yo, mirando a Agag . ¡Válgame el Cielo! Según comentan los periodistas que estuvieron con él estaba más borde que Han Solo en sus buenos tiempos. Vamos, que puedo seguir soñando con el Harrison Ford de Armas de mujer porque, chicas, como nos temíamos, esos sólo existen en el cine. Seguiré soñando con alguien que me diga poesías por las noches; con unos ojos como los suyos que me digan que me quieren y que me enamore con mensajes en el móvil. Lo que nadie puede dudar es que con sesenta tacos que luce, está cañón. Un poco estiradillo, pero espectacular. Con esos abdominales que no tienen ni dos de treinta juntos. Y como dicen algunos por aquí: «¿Qué habrá visto en Calista? Si dejas a tu mujer por otra más joven, al menos que tenga por de dónde agarrar», dice. Llámennos lo que quieran pero estoy de acuerdo con eso. Yo tampoco entiendo el cambio. Será que es verdad eso de queel amor es ciego.