Tras sus actuaciones en Ortigueira y Sanxenxo, Julio Iglesias emocionó a cinco mil personas en el Coliseo El artista besó una camiseta del Deportivo durante su actuación
29 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.Le tira a Julio la terra nai , que ayer visitó por tercera vez en lo que va de estío. Tras Ortigueira y Sanxenxo, A Coruña. Y aún le queda Lalín. El caballero de la mano en el pecho se bamboleó en el Coliseo ante cinco mil personas. A noventa euros se cotizó ver de cerca, desde las sillas, al mito. Julio Iglesias, «nuestro cantante más internacional», como le llaman, ha tocado en esta gira en localidades como Roquetas de Mar (Almería) o Ribarroja del Turia (Valencia), territorios que le faltaban por conquistar a este Quijote del canto que ha triunfado en Nueva York o Tokio. A Coruña es una de las pocas escalas incluidas en su anterior tour , enfocada a las grandes ciudades, que repite en este Entre mi gente 2002 . No pisó Julio tierra quemada, aunque actuó en el Coliseo el pasado año, sino tierra conquistada. Cantaron, ellas más que ellos, con él. Sus clásicos sonaron a nuevo, aliñados por una banda excelente, con mención especial para las tres coristas y la pareja de tango que bailó A media luz . Arrancó con Quijote , y se desató el furor entre las Natalie, las Manuela, las madres, las crías y «las niñas que juegan a ser mujer». Un leve movimiento de mano de Julio provoca un seísmo de similar magnitud a 70 movimientos de pelvis de Bisbal. Gana en la distancia corta, donde enamora regalando los oídos con frases como «Galicia, miña terra» o luciendo una camiseta del Dépor, que besó, pero no se llegó a poner. Tiró de sus clásicos y sonaron Hey , De niña a mujer , Soy un truhán, soy un señor ; La vida sigue igual , Que no se rompa la noche o el postrero Me va, me va . La pasión se desató ya en Alvedro. A las siete menos cuarto, los mocasines del cantante acariciaron tierra coruñesa. Llegó en su jet privado. Fue entretenida la espera de los quince seguidores reunidos en el aeropuerto, pues también se aguardaba al Rey, que estos días regateará en A Coruña. Veinte minutos después que el monarca asomó por Alvedro la inequívoca camiseta azul cielo de Julio I de España, sobre la que reposaba un jersey del mismo tono. Lo reconocieron, a vista de prismático, Conchi y Alberto, matrimonio, que han iniciado en la fe julista a su hijo Daniel, presente. A los dos y media llegaron a Alvedro, por si sonaba la flauta. Pero lo que sonó fue el motor del Mercedes que recogió al artista a pie de pista. Decepción para Conchi, que se declara «fan de toda la vida», y para su marido, que dice haberlo «descubierto» en el concierto coruñés del pasado año. Saludó a la gente (a las gentes, como a él le gusta decir) Julio desde el coche. Ese fue todo el premio que recibieron las más de seis horas de espera. El cedé de La carretera que portaba Conchi se quedó sin firma. Otras son más afortunadas. Margarita Palos Nieto cenó con él. Tranquila, Miranda: es una afortunada fan catalana a la que le tocó compartir mesa y mantel con Julio en el programa televisivo Corazón de verano . Qué cenaron se puede intuir. «Soy feliz con un vino / y un trozo de pan / y también ¡cómo no! / con caviar y champán», canta en Quijote . De su combinación entre la sencillez y el sibaritismo saben en el restaurante Coral, de A Coruña, donde el pasado año se pegó una enchenta de marisco y, para culminar, pidió unos huevos fritos.