Tres siglos esperando una tumba

EFE MADRID

SOCIEDAD

Entierran los restos de un obispo de Jaén que habían permanecido 366 años en una cajonera Tras permanecer 366 años esperando en una cajonera, los restos del que fuera obispo de Jaén, Alonso Suárez de la Fuente, fueron inhumados ayer. El acto puso fin a una leyenda de más de tres siglos y a un largo litigio entre los descendientes del «obispo insepulto» y el cabildo catedralicio.

13 may 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Una solemne misa oficiada por el obispo de Jaén, Santiago García Aracil, sirvió de preludio al entierro de los restos momificados de Alonso Suárez de la Fuente y del Sauce. El conocido popularmente como el obispo insepulto había sido enterrado en la Capilla Mayor de la catedral de Jaén en 1520, pero la remodelación de la catedral iniciada por el obispo cardenal de Jaén Baltasar de Moscoso y Sandoval llevaron a desenterrar sus restos en 1635. Cuando finalizaron las obras en 1664 comenzó el litigio con los familiares de Alonso Suárez, puesto que éstos querían que el prelado volviera a la Capilla Mayor, mientras que el cabildo defendió que la nueva sepultura se situara en el coro junto con los nichos del resto de obispos. Desde ayer, y con 366 años de retraso, los restos del prelado reposan en la Capilla Mayor o del Santo Rostro de la catedral de Jaén. A la ceremonia asistieron los condes duques de Benalúa y San Pedro de Galatino como descendientes del prelado Alonso Suárez, que fue obispo de Jaén entre 1500 y 1520. María Teresa Medinilla, condesa de Benalúa y Duquesa de San Pedro Galatino, señaló que con la ceremonia «por fin se ha podido dar sepultura después de tantos siglos en un sitio donde no debía estar». El actual obispo de Jaén, Santiago García Aracil, señaló que de esta forma se ha «cerrado una página deficiente para la historia». Los restos fueron inhumados en un féretro de madera en cuyo interior se introdujo un acta en la que se narra toda la historia del litigio hasta la fecha del entierro. La última vez que se abrieron los restos del obispo insepulto fue cuando la mujer de Franco, Carmen Polo, vino a la catedral de Jaén en 1968 atraída por la leyenda y pidió que se le abriera la cajonera.