Será, supongo, como ese momento a finales de agosto en el que se apaga el motor del coche y, con las maletas todavía sin descargar, la mente sentencia: «de vuelta a este vecindario». La semana que viene va tocando regresar al Arconia, ese edificio de ensueño en el que antes o después, alguien muere. Si no, se terminaría el pódcast que temporada tras temporada va reuniendo un montoncito de estrellas para relatar Solo asesinatos en el edificio.
Digamos que más allá del preceptivo asesinato (que sustenta hasta el título de la serie) el Arconia es algo así como el trasunto de todas las comunidades vecinales, uno de los últimos bastiones contra el individualismo rampante de este sistema: a veces no queda más remedio que compartir ascensor con quien no quieres y otras veces, la alegría espera al otro lado de la puerta del garaje.
Se agradece que la serie sea de las pocas que regresa al vecindario como los veraneantes de clase trabajadora, en los estertores calurosos de un agosto que termina. Esta vez le toca a Sazz, una doble quizá mejor que a quien imita, interpretada por una Jane Lynch que también ha sido la profesora mala de Glee y la inquietante agente del FBI de The Good Fight. Una actriz que parece especialista en encarnar personajes que atraen y repelen casi por igual. Como los vecinos, vaya.