El método

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

PLATA O PLOMO

Mike Yarish / Netflix

28 ene 2019 . Actualizado a las 14:00 h.

Allí, en medio, se plantó un viejo. Con su chaqueta de tweed y su camisa planchada. Con su cadera oxidada y su caminar patizambo.

Allí mismo. Giró la cabeza y levantó la vista. Y sus ojos vidriosos, apenas sobresaliendo sobre el borde de sus gafas, taladraban. Allí mismo, de repente, había un viejo. Un carcamal plantado entre historias interactivas y revivals nostálgicos de los 80. Un anciano sacudiéndose un poco de ciencia ficción que se le había pegado a la solapa. Allí, allí estaba. Calvo. Cascarrabias. Llevaba en el bolsillo interior una canica. Una pequeña esfera de colores alegres que contiene todo el dolor de una vida. Junto al corazón la guardaba. Movía su mano como sacudiéndose la superproducción millennial que junto a su oreja zumbaba. Allí. Allí mismo se detuvo un viejo. Entre dramas históricos y fardos de droga. El pelo canoso, las piernas arqueadas. Con un mapa de su vida en el dorso de las manos, trufadas de manchas. Llevaba en su zurrón un puñado de errores y un manojo de faltas. Un viejo. Decrépito, con la próstata inútil y la piel arrugada. Sonrió. Y fijó la mirada. Kominsky, creo que se llama. Y había un grito de vitalidad en los cien mil surcos que le dibujaban la cara. Dos maestros, frente a frente, saliéndose de la pantalla. Saludando a la muerte que se aproxima, porque de la muerte nadie escapa. Recordándonos que hay método en esta locura que es la vida. Y que hay que jugárselo a todo o nada.