Lágrimas en los ojos al recuperar su piso en Santiago tras dos años de okupación

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO DE COMPOSTELA

SANTIAGO CIUDAD

Una empresa especializada logró el desalojo voluntario tras siete horas y media de negociación

02 oct 2020 . Actualizado a las 19:22 h.

Las lágrimas del dueño del piso de Santiago recuperado tras dos años de okupación son el mejor resumen de una historia que empezó cuando alquilaron la vivienda a una joven que jamás les pagó. Cuando decidió marcharse no le devolvió las llaves a los propietarios, sino que se las entregó a otros okupas que se habían atrincherado y tenían atemorizados a los vecinos de la calle Lagartos, en el compostelano barrio de San Pedro. La solución llegó de la mano de una empresa de Madrid especializada en desalojos, Desokupación Legal, que en siete horas y media y con la única arma de la palabra convenció a los usurpadores de que tenían que marcharse. Lo hicieron por las buenas y hasta firmaron un documento que da respaldo legal a la intervención. Después, una cerradura de seguridad y una alarma aseguraron el triunfo. «Tendríais que haber venido antes», les dijo un vecino. «No sabéis lo que era esto, gente comprando droga a todas horas, ruidos, peleas... la gente tenía mucho miedo y aquí viven muchas personas mayores», añadió.

Papelinas y restos de chinos

El estado en el que quedó la vivienda tras el paso de los okupas corrobora los lamentos de los vecinos. Al margen de lo destartalado y sucio que estaba el piso, había rastros de que dentro se fumaba heroína, con restos de papelinas y de chinos —papel de aluminio— por la cocina. Además, no paraban de pasar compradores de drogas que apretaban la marcha al ver a los miembros de la empresa en la puerta.

«Nosotros no intimidamos a nadie ni amenazamos, simplemente mediamos, aplicamos taekuondo verbal», señala Jaime Sanz, director de operaciones de Desokupación Legal. Lo cierto es que con los okupas tan solo hablaron, negociaron con ellos e incluso informaron de su presencia a la Policía Nacional. El apoyo prestado desde la comisaría, que vigiló la zona con patrullas toda la tarde por si se producía algún altercado, fue también fundamental a la hora de que esta triste historia tuviera un final feliz. La humilde familia propietaria del piso ha pasado por un infierno de preocupaciones, temores y noches sin dormir. No era el piso en el que vivían, pero sí necesitan la pequeña renta que les proporciona el alquiler para vivir más desahogadamente.

En la zona, el Concello de Santiago tiene localizados al menos otros cuatro pisos okupados. Precisamente, ayer hubo una reunión entre los vecinos de Belvís y la Policía Nacional y Local para buscar soluciones a un drama que no solo sufren los dueños de las viviendas usurpadas, sino también los que tienen que convivir cada día con los okupas.