Cortar la cinta

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

23 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay cosas en la gestión municipal que nunca cambiarán, esté quien esté al mando y por mucho que los prebostes de la «nueva política» se esfuercen por negarlo de cara a la galería. Claro que hay casos y casos. Ves el histriónico triunfalismo del alcalde de Vigo retando a los mandatarios de las más poderosas ciudades del planeta al anunciar en pleno verano un monumental derroche de luz navideña cuya factura los vigueses pagarán a precio de oro y brillantes y te das de bruces con la certeza de que las urnas locales ya están aquí, condicionando a ocho meses vista cada paso de gobiernos y oposiciones y, lo que es peor, afectando directamente a la vida cotidiana de sus vecinos. Sin sobresaltos, afortunadamente, como el acontecido en el Marisquiño que tal vez explique esa perla de la extravagancia política, Compostela es una ciudad instalada en el ni fu ni fa, en la línea plana, a remolque de la brillantez de otros tiempos, con escasas realizaciones materiales de peso y, lo que es mucho peor, sin planes ni ideas para dar el salto adelante que reverdezca un futuro capaz de superar el monocultivo turístico. Pero, tranquilos, el alcalde ya ha anunciado el arranque del año del hormigón, de las obras son amores (y votos). Empezó en Castrón Douro, siguió en Sar, continuará esta semana en Triacastela, y más y más. A su pesar, Noriega apenas podrá cortar cintas (en sentido figurado, claro) antes de su nueva comparecencia electoral, porque gran parte de esa maquinaria viene pagada, tarde, por Europa. El voto prestado del cabreo no dura eternamente a base de intenciones y gestos. Ahí a los «nuevos» políticos se les acaba el cuento.